Nana Pancha. A Coruña, de lo más criolla.
A Coruña alberga este singular restaurante mexicano, de nombre Nana Pancha. Un espacio donde su propietaria, la mexicana Ana Graciela, nos demuestra cómo la gastronomía mexicana aún puede resultar innovadora y singular.
Una vuelta a los orígenes es el punto de partida del diseño de este restaurante en A Coruña. Para ello, el estudio de interiorismo liderado por Iván Cotado ha tomado como referencia dos ideas íntimamente relacionadas con su propietaria. Por un lado, Tampico, la ciudad de influencia de la que proviene y a la que este proyecto dedica una mirada retrospectiva. Por el otro, el recuerdo que la joven guarda de su nana pancha particular que, como ella misma cuenta «siempre supo encontrar el plato apropiado para cada estado de ánimo».
Influencia criolla
«Se trataba de crear una atmósfera que trasladase al cliente a México nada más traspasar la puerta», señalan los interioristas. Para ello, el espacio se inspira en la influencia criolla de Tampico, una ciudad portuaria situada en el Golfo de México, en el estado de Tamaulipas. Conocida como la Nueva Orleans mexicana, se caracteriza por las forjas, ornamentaciones y estructuras de madera que llenan sus calles.
Todo ello se traslada a un interior lleno de colores vivos, madera, forja y vegetación. Dos pilares que recuerdan a los porches criollos soportados por esbeltos pilares de madera presiden la entrada original.
El local se divide en dos zonas claramente diferenciadas. Una picante, canalla y dinámica, que alberga La Cantina; y otra más relajada y confortable, con La Hacienda.
La Cantina, un espacio picante y canalla
Situada a la entrada, una majestuosa barra preside la zona de La Cantina. Vegetación, forja, hormigón y revestimientos de barro y madera trasladan al visitante a las raíces de la tierra mexicana.
El azul Caribe de La Hacienda
En contraste con el rojo picante de La Cantina, emerge el azul Caribe de La Hacienda. Con el barro y la madera muy presentes, el suelo de hormigón pulido y barro de la primera se convierte aquí en tarima de roble.
Muy liviano para no abarrotar un espacio a priori reducido, el mobiliario es cómodo y evocador. En las mesas, los sobres han sustituido el mármol original por madera.
La cocina y la alacena son, junto a la iluminación, las verdaderas protagonistas de La Hacienda. Ventanales con mallorquinas inspiradas en Tampico enmarcan la cocina semiabierta y dejan a la vista un representativo revestimiento de baldosa prensada.
Vuelta a casa
Estratégicamente iluminado, el revestimiento cerámico de la alacena capta la atención de un comensal al que traslada a la casa de su abuela. Porque, como cuentan los interioristas «a lo que en realidad aspira La Nana es a convertirse en aquel lugar al que siempre queremos volver».
Fotografía: Héctor Sanchez-Díez