Un análisis del color blanco y su lenguaje arquitectónico.
El color blanco nunca pasa de moda, y su valor está en alza tanto en interiores minimalistas como en revestimientos de exterior que aportan luminosidad y pureza en las superficies arquitectónicas. El color blanco es ideal para realzar formas y volúmenes esenciales. Equivale a mantener el concepto arquitectónico puro y perceptible.
Creador de sombras
Para algunos profesionales de la arquitectura y el diseño interior, el blanco es la ausencia de ornamentación, la neutralidad más absoluta. Pero el blanco es también un valor en sí mismo. ¿Todavía? Sí, es luz, amplitud, espacio, y una herramienta con intención compositiva que refuerza la disposición de los elementos de la arquitectura. Describe por sí mismo y tiene una clara intencionalidad estética. Larga vida al color más atemporal.
La arquitectura construida transforma los cuerpos sólidos de paredes, espacios y ventanas, en luz y sombras. Y es sobre el blanco cuando esas intencionadas sombras que imagina y crea el arquitecto alcanzan su máxima expresividad.
Es lo que ha proyectado el estudio de Fran Silvestre en esta escultórica vivienda en Bétera (Valencia), bautizada como ‘Casa Balint’. Sus sugerentes trazos elípticos dibujan las sombras de su volumetría, en exterior e interiores.
Una topografía curva que adquiere con el blanco y sus sombras, doble atractivo.
Cuando el color es el material
El Movimiento Moderno (base de la arquitectura contemporánea) ensalzaelcolor de los propios materiales de construcción.y, por otro lado, impone como estandarte la arquitectura de color blanco, significada paradójicamente por las casas de hormigón de Le Corbusier. Guim Costa Calsamiglia y también Ramón Esteve lo ponen en práctica en estos respectivos proyectos.
Pureza, sencillez, sensibilidad
Realzar formas y volúmenes esenciales es lo que hace, de nuevo impecablemente, el estudio de Fran Silvestre en esta casa familar en Paterna. Se ha ampliado gracias a la adición de nuevos volúmenes y cuerpos a modo de mesetas.
Ángulos más perceptibles
La sencillez del blanco ayuda también a definir más claramente cuerpos y ángulos. Este efecto es muy evidente en el caso de las cuatro cajas que se deslizan por esta colina mallorquina: la MM House de OHLAB. Una arquitectura de líneas puras y formas geométricas, en contraste con el rocoso paisaje natural.
Lo mismo sucede contundentes ángulos de la Casa Montaña, un sorprendente iceberg que emerge en el centro de la ciudad de Okazaki (Japón). Es obra de Takayuki Kuzushima : El arquitecto ha planificado los estudiados huecos de su fachada para dar privacidad así como para favorecer la entrada de luz y verde en su interior.
Neutralizador interior
Sin cielo ni paisaje exterior de por medio que enmarque los volúmenes, en el interior, el blanco posee, sin embargo, el efecto contrario. El de neutralizar y aligerar la presencia y el peso visual los elementos arquitectónicos. Sucede así en este dúplex madrileño creado por Abaton–Batavia. La creación de este espacio-contenedor en blanco ayuda a diluir la presencia de su imponente cubierta a dos aguas. También es la opción ideal para integrar mobiliario de obra en un interior, como sucede en el baño en suite de este mismo dúplex.
Apreciar superficie y texturas
El blanco es también es uno de los mejores colores para poder apreciar y hacer evidente una textura. Ya sea la de un objeto o la superficie de un interior. ¿Te imaginas, por ejemplo, un mundo sin las vetas del pulcro y sedoso mármol de Carrara?
Es decir, el blanco es sinónimo de materia noble que evidencia lujo y también, posee la delicadeza de remitir a la textura más tradicional, la cerámica pulcramente blanca. Su uso es sorprendente en este proyecto: la arquitectura interior de la tienda-taller de Maruhito, situada en Hasami, prefectura de Nagasaki. Esta ciudad es famosa por sus porcelanas y cerámicas desde el siglo XVII. El objetivo era aquí resaltar las tradiciones artesanales del país nipón en esta espectacular y especial arquitectura interior. Y para ello se ha creado un falso pavimento de miles de piezas de cerámica encoladas.
Esencia mediterránea
Va muy ligado también a la arquitectura tradicional, a paredes encaladas que, por su poder reflectante, repelen el sol y el calor en el interior. Sucede, por ejemplo, en Can Basso, una finca con más de 300 años de antigüedad, reformada por Francis Dimmers y la arquitecta ibicenca Ángela Molina.
Un sueño en blanco de paredes encaladas y texturas que desafían el sol y el calor en forma de arcos, voladizos y porches. Un diálogo perfecto con la piedra, el agua y los árboles frutales del exterior.
O en el Myconian Kyma, un pequeño hotel con encanto en Mykonos, un paraíso en las islas griegas, puro reclamo visual de su arquitectura más tradicional.
El color blanco nórdico, captador de luz
En otras latitudes, las del Norte, el blanco interior es omnipresente porque se anhela multiplicar la luz. Un color totalmente lógico cuando las horas solares menguan durante más de seis meses al año y son el bien más preciado, especialmente en la península escandinava. Combinado con maderas claras, y suelos también claros de acabado tosco y natural, supone la base del estilo nórdico. Efectivo en grandes y peqeños espacios.
Dos ejemplos: arriba lo vemos magistralmente ‘exportado’ a este apartamento de San Petersburgo (proyectado por INT2architecture ). Y abajo, a un sencillo apartamento berlinés decorado por Coco Lapine.
Descubre todos los proyectos con color blanco publicados en Diariodesign en este enlace.