Jaime Hayón ha diseñado el hotel más instagrameable de Bangkok.

Cualquiera que se deje caer por el Instagram del diseñador Jaime Hayón sabe que sus viajes a Asia siempre son fructíferos e inspiradores. Y no nos referimos a las distintas formas de preparar el café que nos ha enseñado en sus Stories, sino a los proyectos, cada vez más frecuentes y de mayor envergadura, que ha ido sumando en los últimos años. Después de su colaboración con The Hyundai el año pasado, creando dos lounges y zonas VIP en el centro comercial más grande de la ciudad y anteriormente, en 2020, un parque infantil para el MOKA, ambos en Seúl, vuelve al continente asiático para presentarnos su primer hotel para la cadena hotelera The Standard, que ya se ha convertido en uno de los mejores, llevándose un premio AHEAD 2022 (Hospitality Experience and Design).

«Me encanta la ciudad de Bangkok y Tailandia; es un país al que he viajado a menudo y en el que me que me siento muy cómodo. Me encanta la energía de la gente, la diversidad cultural, la gastronomía… He pasado mucho tiempo aquí y amo su forma de ver la vida. Por eso, cuando me propusieron encargarme del interiorismo de The Standard Mahanakhon, nos entendimos muy bien. Compartimos los mismos principios en cuanto a lo que el diseño puede conseguir en términos del uso del color, la armonía espacial o la luz. He diseñado el 80% del hotel: el lobby, varios restaurantes, el bar, la tienda, el gimnasio, las habitaciones, las suites… Casi todo menos el sky bar».

El objetivo de Hayon era crear un espacio que tuviera personalidad y que a la vez fuera cómodo. El diseño del mobiliario ha sido una de las cosas en las que más cuidado ha puesto . «Quería crear un espacio único, no solo en lo que concierne al uso los metros cuadrados, sino a la atmósfera que se transmite a través de los detalles. Cómo te sientes al sentarte y lo que tienes ante ti, el uso de la luz ambiental, ya sea artificial o natural… Todo debe estar bien diseñado y aportar equilibrio». Para reflejar la energía inherente al lugar, ha trabajado con artesanos locales; a tenor de las imágenes, ha logrado su objetivo. La transición entre espacios es tan suave, natural y fluida que parece haberse conseguido sin esfuerzo.

El hotel más instagrameable de Bangkok

La primera impresión cuando se entra en The Standard Bangkok, en el preciso momento en el que pones un pie en él, ya sabes que estás ante un establecimiento verdaderamente especial. El suelo está hecho artesanalmente de diferentes tipos de terrazo, con dibujos a línea de un hombre y una mujer rodeados de vegetación, que nos reciben y nos ponen sobre aviso de la experiencia sensorial que nos espera al hacer check in. En este espacio podremos admirar algunas obras de arte excepcionales, como una de las pinturas de flores de Marc Quinn o un Miró, que forman parte de la colección del hotel.

Uno de los puntos fuertes del vestíbulo principal es la gran escalera y las esculturales lámparas de fibras vegetales, diseño del propio Jaime Hayon ejecutado por artesanos locales. Incluso los ascensores contribuyen a elevar la experiencia, con colores y formas totalmente inusuales para un pequeño espacio de tránsito hasta la intimidad de la habitación. Atención: este es uno de los puntos más instagrameables del hotel según el propio diseñador.

El salón de té, inspirado en la Viena de Hoffman

Uno de los locales dentro del hotel diseñados por Hayon es Tease, que ofrece una amplia y experta selección de tés en un entorno sorprendente. Nada más alejado del ambiente tradicional del té de las five o’clock que hacerlo en un salón diseñado íntegramente con bloques de color blanco y negro, inspirado en los diseños de Hoffman de los años veinte. Lo vemos en las molduras geométricas, en los apliques con forma de esfera y en la pureza abstracta de las formas geométricas presentes en todo el local.

The Parlor, un club que no es como los de antes

Tanto en la brasserie (o como lo llaman desde The Standard, The Grill, santo y seña de todos los hoteles de la cadena en el mundo), como en The Parlor, el club, Jaime Hayón trabajó con un estilo más vintage, utilizando el verde y los colores primarios como inspiración principal. El club tiene el aspecto de una pequeña casa con habitaciones a las que se accede mediante puertas con forma de arco. El suelo, de color neutro, parecido al del Standard de Nueva York, deja todo el protagonismo a los azulejos y al mobiliario.

La artesanía local está presente en la factura de muchos muebles y accesorios decorativos, no solo procedentes de talleres de Bangkok, sino también de otras áreas alejadas del radar turístico como Chiang Mai o Chiang Rai. Allí podemos encontrar especialistas en la talla de madera, los tejidos de seda o el tratamiento del papel de corteza de morera. Además de los materiales locales también está presente la iconografía del país. Hay tigres «hayonizados» en cortinas y cerámica con formas vegetales que recuerdan a especies del bosque monzónico o tropical. Exuberancia por un tubo pero con sutileza, sin budas que nos recuerden al estudio de yoga de nuestro barrio.

Hay más de 25 tipos de mesas y sillas en estos espacios comunes. Taburetes, butacas, sillas o sofás, algunos con un toque infantil que evitan el encorsetamiento y la despersonalización de estos espacios de tránsito. No es tarea fácil conseguir que un hotel se convierta en una amable avanzadilla para el viajero que llega a un país exótico como Tailandia. Pero Hayón ha conseguido que, incluso antes de visitar cualquiera de sus famosos mercadillos callejeros (se cuentan entre los preferidos del artista) ya nos hayamos contagiado de su vitalidad a través de los colores.

En los pisos superiores, nos espera un verdadero arcoíris. Pasillos monocromáticos en cada planta, rojos, verdes, amarillos con moquetas de patrones locos diseñadas específicamente por el diseñador afincado en Valencia… Cada espacio tiene su propia identidad y su carácter, como si se tratara de una escenografía de película en la que el huésped puede sorprenderse, pero nunca extrañarse. Piensa en un pasillo que te recuerde a «Twin Peaks» y a «Mad Men» y lo más parecido que encontrarás está en el Standard. Y uno de tus privilegios como huésped será en que por el momento no van a permitir sesiones de fotos en sus instalaciones.

Habitaciones con vistas increíbles y diseño orgánico

The Standard cuenta con 155 habitaciones de diferentes tamaños, que van desde los 40 metros cuadrados a los casi 150 de la penthouse. Las suites, sencillas pero nunca aburridas, con un baño de gran ducha con hornacinas orgánicas. Hasta la ropa de cama se ha pensado teniendo en cuenta el color y las formas de las alfombras. Toques escandinavos y retros en el mobiliario crean unas combinaciones fantásticas que solo el madrileño es capaz de hacer funcionar. Y un smiley en cada percha nos recuerda que estamos de viaje y que debemos aprovechar cada instante.

A más tamaño, más fantasía en forma de puertas y muebles. Para Jaime Hayón, «los hoteles se han convertido en plataformas sociales, donde la comunidad puede reunirse, incluidos los locales. Un hotel, al igual que un espacio cultural como una galería de arte, transforma el lugar donde está ubicado. La tendencia es que sean un lugar acogedor para todos. Para aquellos que tienen una cita y quedan a cenar o a comer, para quienes aman el diseño o la m´úsica para los viajeros que necesitan sentirse como en casa».

Los baños son uno de los espacios que más valoran los clientes. Con una decoración entre masculina y femenina, cuentan con formas orgánicas y sensuales; algo así como si fuéramos un cuerpo dentro de otro cuerpo que nos cuida.

El hotel está situado dentro de un rascacielos de 78 plantas que podría pasar perfectamente por una torre de oficinas. Pero no cualquiera, ya que se trata del segundo rascacielos más alto de la ciudad y está diseñado por Büro Ole Scheeren. Por supuesto, la localización es inmejorable, entre el centro financiero y el Old Town de Bangkok. Pero cuando entras, nada te recuerda al ambiente frío de una crystal box, ni a ejecutivos en traje. Lo primero y lo último que experimentarás al llegar al este hotel es una explosión de color y formas envolventes que se sienten como el cálido abrazo de quien te recibe al llegar a casa.

Fotografías: Cortesía de The Standard y Hayon Studio