«No quiero crear cosas que no sean funcionales». Hablamos con la diseñadora Sabine Marcelis.
Tras su exquisita intervención "No Fear of Glass" en el Pabellón Mies van der Rohe, en diciembre 2019, la diseñadora Sabine Marcelis regresa a Barcelona para presentar el correspondiente catálogo. Aprovechamos para hablar con ella sobre miedos, retos, límites y materialidad.
Sabine Marcelis es hoy en día una de las máximas referencias del diseño contemporáneo. Su trabajo oscila entre el arte y el diseño, una frontera a veces difícil de distinguir, en la que ella misma no repara. Prefiere centrarse en disfrutar del acto creativo en sí mismo, sin pensar a qué etiquetas corresponde. Le gustan los retos, sobre todo los que implican explorar la el color y la materialidad al límite. Colabora con galerías independientes, pero tampoco le hace un feo a encargos de grandes marcas como IKEA, Fendi o Burberry, siempre y cuando le dejen total libertad creativa. Un pequeño lujo que su estudio se puede permitir después de años forjando su propio camino.
A finales de 2019 presentó uno de los encargos más emocionantes de su carrera: la intervención ‘No Fear of Glass’ en el Pabellón Mies van der Rohe de Barcelona. Y, a pesar de que a van der Rohe y Lilly Reich se les pidiera explícitamente no usar demasiado vidrio en el pabellón -o tal vez debido a ello-, Marcelis focalizó toda su instalación en cinco piezas de cristal.
Diariodesign – ¿Te especificaron que tú sí usaras cristal?
Sabine Marcelis – No. No me dieron ninguna directriz. El encargo era hacer una intervención en el pabellón. A partir de ahí hice un poco de trabajo de investigación. Entonces descubrí que en el proyecto original se había pedido que no se usara demasiado cristal, cosa que, de algún modo, no siguieron al pie de la letra… Pensé que sería interesante aplicarlo porque, de hecho, es un material con el que trabajo muchísimo, y no le tengo miedo. Tampoco al travertino o al acero inoxidable… El uso de materiales puros en este espacio define todo el ambiente que se crea en él. Así que quise usar el material como punto de partida de la instalación.
DD – ¿Te sentiste algo intimidada cuando recibiste el encargo?
SM – Me sentí muy intimidada. El Pabellón es, para mí, el masterpiece perfecto. Cualquier cosa que añadas lo aleja de su pureza. En este sentido, cuando haces una instalación es como deshonrar el edificio. Así que me llevó bastante tiempo descubrir qué iba a hacer y qué iba a añadir para no alejarlo de su pureza. Fue extremadamente intimidador.
DD – Un gran reto, sí…
SM – Totalmente. Por eso lo trabajé como algo muy específico, plasmando las dimensiones de algunos elementos, como las baldosas del suelo, en el tamaño de la chaise longe; o, por supuesto, profundizando en la materialidad… Trabajamos codo a codo con los artesanos para que los elementos se fusionasen con el travertino del suelo; queríamos que pareciera que el propio travertino se levantaba del suelo en forma de chaise longe. Conjuntamos los colores para que diera la sensación que salían de las paredes. En cuánto a la fuente… fue todo un reto… Conseguir que el agua brotara por encima fue muy muy complicado.
Quisimos ser muy estrictos con las dimensiones y llevamos la producción al límite. Trabajar el cristal a estas escalas es muy complicado. Todo fue muy difícil, pero, de algún modo, pienso que si algo no es difícil, no será especial. Hay que pasar por desafíos extremos para poder tener éxito.
DD – ¿Dónde fabricasteis las piezas?
SM- Se hicieron en los Países Bajos, pero vine constantemente aquí con muestras del material para cerciorarme de que hacían ese match que buscaba. Por mi madera de trabajar, necesito estar muy cerca de la producción. Éste fue uno de los motivos por los que lo hicimos en los Países Bajos, para poder estar ahí presentes todo el tiempo que fuera necesario.
DD – Las cinco piezas se concibieron específicamente para este proyecto. ¿Crees que pueden extrapolarse a otro lugar, o quedarían demasiado descontextualizadas?
SB – Las piezas no existirían si no fuera por el Pabellón. Se crearon para el Pabellón, pero creo que sí se pueden sacar de este contexto y vivir en otro escenario, solas. Si eso no fuera posible, ¿Cuál sería el sentido de hacer todo esto? Me gusta pensar que pueden crecer en un entorno distinto.
DD – ¿Dónde están ahora?
SM – Es una edición muy limitada. Algunas se vendieron, así que deben estar en casas bonitas. Teníamos planes para presentar las otras, pero con el Corona todo se paró.
DD – ¿En qué punto el diseño se transforma en arte y en qué terreno te sientes más cómoda?
SM – Para serte sincera, no me importa mucho en qué lugar se define mi trabajo porque al final del día hago lo que me apasiona, y no me importa si alguien lo define como arte o como diseño. Mi trabajo tiene una base en el diseño porque mi formación viene de ahí. Me centro mucho en el material y la producción, en cómo se hacen las cosas, y no quiero crear cosas que no sean funcionales. Puede parecer que las chaise longues no son funcionales, pero la forma en la que el travertino y el cristal se juntan responden a un diseño ergonómico.
DD – ¿Te puedes tumbar en ellas?
SM – A todo el mundo le daba miedo, pero yo les animaba a que lo probasen, ¡está hecha para ello! Hicimos pruebas para ver cómo se apoyaba el cuello, cómo se adaptaba a las distintas alturas de las personas… Se diseñaron con mentalidad 100% ergonómica. Pero me gusta que al final del día, cuando las ves, no sea en lo primero que piensas. La funcionalidad está ahí, absolutamente, pero no es una funcionalidad llamativa. El concepto y el valor estético prevalecen, vienen antes que el de la funcionalidad.
DD – Tu trabajo destaca por la experimentación con materiales como la resina, el neón, el metal, la piedra y, sobre todo, el cristal espejado. ¿Todavía tienes terreno para explorar con ellos o estás tentada a empezar con otros?
SM – Hay un montón de oportunidades excitantes en los materiales sostenibles. En el estudio estamos muy focalizados en este camino. También me atrae mucho el trabajo con la transparencia, los materiales translucidos, el tratamiento de la luz. En este sentido, el cristal, por ejemplo, da mucho juego. Siento que todavía tengo terreno que explorar con estos materiales.
DD – Has trabajado con galerías independientes, pero también con big players como IKEA, Eastpack, Aesop… ¿El proceso de trabajo es muy distinto?
SM – Siempre me ha gustado el hecho de no poner todos mis huevos en un solo cesto. Me gusta sentir la libertad de hacer todo tipo de trabajo, puede ser a través de galerías o museos, donde tengo muchísima libertad, pero, por otro lado, sé amoldarme a las restricciones. En el trabajo del Pabellón, por ejemplo, tuve que ponerme muchos límites a mí misma para lograr ser respetuosa con el entorno. Cuando trabajas con IKEA o HEM hay restricciones como la manufacturación o el precio. Hay que escalarlo a una producción más masiva y ver qué materiales puedes utilizar. Trabajar a gran escala implica mucha responsabilidad. Con IKEA, por ejemplo, no quería usar ninguna resina ni nada por el estilo, así que me limité al uso de materiales como el acero; aún así, mantiene la esencia de lo que es mi trabajo. Todo lo que suponga un reto interesante, me lanzo.
DD – ¿Qué tipo de proyecto o cliente rechazarías?
SM – He rechazado un montón de proyectos con los que no sentía una conexión especial. No me interesan las marcas de fast fashion. Hace años, por ejemplo, hice una colaboración con Fendi que tuvo mucho éxito. porque me dieron plena libertad. En ocasiones me han pedido que haga una copia de algo que ya he hecho, y no le encuentro sentido. O, si ellos tienen una idea muy clara en su cabeza y me piden simplemente que la ejecute, tampoco me interesa. No va conmigo. Creo que mi estudio ahora ha alcanzado una posición donde nos podemos permitir seleccionar los trabajos que queremos hacer y los que no. Al fin y al cabo, no hago todo esto por dinero, o por fama; sino por mí misma, y por mi equipo, para inspirarme con lo que hacemos.
DD- Has hecho diseño de producto, instalaciones, interiorismo… ¿Con qué te sientes más realizada?
SM – Ahora mismo estoy muy interesada en instalaciones específicas. Estamos trabajando en una fuente en Shanghai. Será una instalación permanente muy grande. Estamos súper emocionados. Sí, creo que de cara al futuro me gustaría hacer más instalaciones artísticas, libres, públicas, permanentes…
«No Fear of Glass». Edición limitada de 500 unidades, numeradas y firmadas por Sabine Marcelis.
Autores: Ippolito Pestellini Laparelli & Anna Puigjaner
Editorial: Fundació Mies van der Rohe
Disponible en la librería especializada del Pabellón Mies van der Rohe