Reflexiones sobre la crisis tras la Bienal de Venecia.
Hemos consultado a tres arquitectos de talla internacional: el propio Carnicero; Emilio Tuñón, profesor de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM), que en 2009 afirmó “entender las dificultades como oportunidades donde trabajar más libre y creativamente”–; y Jacob van Rijs, fundador, junto a Winy Maas y Nathalie de Vries, del estudio holandés MVRDV. Los tres coinciden en que en momentos complicados, la arquitectura debe responder con soluciones imaginativas, flexibles y alejadas de los tópicos. En este artículo recorremos también algunos proyectos recientes que reflejan esa nueva forma de hacer arquitectura.
Iñaqui Carnicero, arquitecto español afincado en Estados Unidos –y profesor visitante de la Universidad de Cornell– y Carlos Quintans, también arquitecto y director de la revista Tectónica, han sido los comisarios del pabellón de España de la Bienal de Arquitectura de Venecia 2016.
El proyecto que han llevado a la bienal es un ‘homenaje’ a las estructuras inacabadas, consecuencia de la crisis financiera sufrida desde 2008 en nuestro país. Bajo el lema Unfinished, el pabellón reunía una serie de fotografías de proyectos inacabados junto a 55 edificios recientes.
Con esas imágenes se quiere mostrar cómo la crisis puede transformarse en oportunidad. Y es que, como el propio comisario afirma, “hay pocos lugares –evidente es el caso de España– donde se hayan iniciado en tan poco tiempo tantos proyectos de construcción que luego se han abandonado”.
Cambio de enfoque
Que ha habido un cambio en cómo la sociedad ve y siente la arquitectura parece evidente.
La época de los ‘arquitectos estrella’ parece acabada. Sin embargo, “es injusto señalar a estos profesionales como únicos responsables de la mal gestionada ambición política” señala Emilio Tuñón, arquitecto y profesor de la ETSAM.
Para Jacob van Rijs, del estudio MVRDV, con sede en Rotterdam, el final de la ‘arquitectura icónica’ en favor de un nuevo modelo un movimiento más social tampoco es la solución. “Creo que las dos formas son buenos modelos y deben combinarse”, dice el arquitecto holandés, que asegura que la crisis también ha afectado a grandes proyectos sociales.
En este sentido, “la ausencia de grandes presupuestos en estos últimos años ha obligado a muchos estudios a ser muy selectivos respecto a las acciones necesarias para dar respuesta a un problema” cuenta Carnicero. Para él, los proyectos seleccionados para esta bienal constituyen un buen ejemplo de cómo los arquitectos han sabido agudizar el ingenio en los tiempos de crisis.
Así, muestran una nueva arquitectura, más intensa y radical, donde términos como flexibilidad, adaptabilidad, reapropiación o sostenibilidad se convierten en protagonistas.
Flexibilidad, adaptabilidad y reutilización. La huella del pasado
“A pesar de los efectos negativos que la crisis ha tenido para muchos estudios de arquitectura y jóvenes arquitectos, que han tenido que dejar la profesión o abandonar el país para poder desarrollar su vida profesional, ésta también ha sido necesaria para tomar conciencia del valor del patrimonio ya construido”, opina Carnicero. De lo que se trata ahora es de revitalizar edificios abandonados y construcciones en las que de otra manera nadie repararía.
En la imagen: espacio VEINTEnorte, de MUKA Arquitectura. Este antiguo almacén, inaugurado en 2016, se ha reconvertido en un espacio polivalente de trabajo en respuesta a las nuevas necesidades de una sociedad cambiante.
“A diferencia de hace unos años, hoy sí se cuestiona la necesidad de construir nuevas estructuras si ya existen otras que se puedan reutilizar. Se han recuperado conceptos como la flexibilidad, la adaptabilidad, que, aunque a veces olvidados, llevan practicándose desde hace siglos” apunta Carnicero. Además, asegura que para él no hay nada mas triste que una arquitectura sin gente que la habite.
En Cinema Lidia –uno de los proyectos incluidos en el Pabellón español–, Núria Salvadó y David Tapias reconvierten un antiguo cine en una original vivienda. El proyecto, de 2005, es, en cierta medida, pionero en esa nueva forma de entender la arquitectura que rescata y revaloriza lo preexistente.
Cambio de escala o el arte de lo pequeño
La vuelta a la arquitectura a pequeña escala es otra consecuencia de la crisis, con resultados muchas veces sorprendentes. “Las arquitecturas de pequeña escala permiten una mayor intensidad conceptual, una mayor integridad constructiva y una mayor coherencia formal”, apunta Tuñon.
Otro de los proyectos seleccionados para el pabellón de España ha sido el Susaloon, de Uriel Fogué, Eva Gil y Carlos Palacios. Un ejemplo de cómo a través de estructuras versátiles de madera se puede sacar el máximo partido a un espacio limitado.
Carnicero señala que, aunque los proyectos realizados desde el comienzo de la crisis han sido de menor escala, no por ello han resultado menos interesantes.
“Los hemos abordado con la misma intensidad e ilusión que en el pasado, y hemos descubierto que siempre existe una oportunidad de experimentar con el proceso creativo, con independencia de la escala, el presupuesto y el programa”.
Una creatividad e ingenio que se han visto agudizadas en muchos casos con soluciones como la casa MJE, proyectada por PKMN Arquitectura en 2014. En ella, un sistema de paredes móviles transforma por completo un espacio diáfano, que se convierte con un simple gesto en una casa mucho más ‘convencional’.
Una solución parecida plantea esta vivienda: All I own House, un proyecto de 2014. De nuevo el estudio PKMN ha rehabilitado una antigua casa con un presupuesto de 42.000 euros. Los arquitectos diseñaron este gran armario de madera a medida que consta de tres contenedores de madera móviles, que albergan armarios, cama, biblioteca… Además, gracias a unas guías industriales los módulos se mueven fácilmente y el interior se adapta casi al instante a las necesidades del usuario.
Reapropiación y sostenibilidad. Recuperando el espacio público
“La arquitectura debe ajustarse y responder a las necesidades de las personas y la sociedad. No se trata de edificios grandes o pequeños, si no de construir sólo aquello que realmente es necesario” afirma Tuñón. Una arquitectura por y para los ciudadanos, como el jardín que Moneo+Brock ha diseñado en la azotea del Hospital 12 de octubre y que se inauguró a mediados de 2015.
Para Carnicero, hay que ser prudentes con el término ‘social’, empleado en exceso con fines comerciales y a veces sobrevalorado. “Mientras la arquitectura se emplee en mejorar nuestro entorno, todas las opciones elegidas son válidas”, afirma.
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