«La Casica del Abuelo», una bodega familiar en la Murcia más rural.
Arturo Martínez de Maya y Juan David López Rebelles son los autores de esta bodega familiar, apodada como "La Casica del Abuelo". Una pequeña construcción, de tan sólo 40 metros cuadrados, en la zona rural murciana de Cehegín, que nace como continuación de una intervención sobre los espacios exteriores que los mismos arquitectos hicieron hace años.
Para comprender el proyecto hay que remontarse a hace años, cuando meeecarquitectos acometió la primera intervención sobre los espacios exteriores de la vivienda. En aquel entonces, los propietarios habían reconvertido una antigua caseta de aperos en su pequeña bodega personal. Un espacio de apenas 20 metros cuadrados, donde se almacenaban depósitos y maquinarias, y desarrollaban los procesos de recolección, prensado, fermentación, filtrado y embotellado de sus caldos.
Una sencilla caseta de aperos como punto de partida
Con un sencillo sistema constructivo, de bloques y viguetas de hormigón, apenas contaba con aislamiento y control térmico interior. Tan solo el que aportaba la pérgola ideada por los arquitectos para proteger la zona exterior donde la familia se reúne en época de vendimia. Con estructura de invernadero, ésta se cubrió con una enredadera de parra caduca que filtraba la luz del verano y permitía la radiación en invierno, al tiempo que proporcionaba sombra a las zonas exteriores.
Pasados los años, y debido a la falta de espacio que sufren con cada cosecha, los propietarios vuelven a contactar con meeecarquitectos. En esta ocasión para ampliar la caseta original con un nuevo espacio de dimensiones similares, que les permita separar útiles y procesos.
Dos volúmenes independientes pero conectados
«A pesar de la idea original de los propietarios, que querían un nuevo módulo exento, nosotros optamos por una nueva construcción anexa a la antigua», cuentan los arquitectos. Concebida como una reinterpretación de la casa rural de aperos típica de la zona, la nueva edificación se separa 1,20 metros de la existente. De esta forma, se logra reutilizar unas puertas que tenía la familia, generándose un paso que une longitudinalmente las diferentes zonas de la huerta y transversalmente todo el conjunto de la bodega.
Entre los dos volúmenes discurre el pavimento exterior, de barro cocido propio de la zona, que atraviesa la edificación dividiéndola en dos. De carácter dual, este espacio se lee como una prolongación del espacio interior o un corredor de comunicación durante las jornadas de recolección.
Chapa metálica, hormigón y madera
Materiales elementales, como chapa metálica galvanizada mini-onda, el bloque de hormigón y la madera, se convierten aquí en herramientas fundamentales de la construcción. El bloque de hormigón, como base estructural de la construcción, la chapa metálica, como elemento de la envolvente que protege los planos horizontales, y la madera, como nexo de unión entre lo antiguo y lo nuevo.
Fachadas ventiladas para un adecuado confort térmico
El edificio respira de forma autónoma gracias a las fachadas ventiladas de bloque de hormigón y revestimiento de chapa metálica o policarbonato. El espacio entre ambas capas permite abrir huecos, en las zonas inferior y superior del muro, por las que extraer o introducir el aire según la época del año. Además, se genera una ventilación cruzada, gracias a las aperturas en fachadas opuestas.
Pero la mejora del acondicionamiento térmico interior, tanto de la nueva construcción como de la antigua, no solo se debe a esta fachada ventilada. También juegan un papel muy importante los materiales utilizados, tanto en interior como en exterior, todos ellos naturales y de gran porosidad e inercia térmica.
Muro Trombe hacia el sur
En la fachada orientada a sur-sureste se opta por el sistema conocido como muro Trombe, que permite captar en invierno la mayor radiación y calentar el muro de bloque de hormigón. En verano, en cambio, disipa este aire, disminuyendo, gracias a la vegetación de hoja caduca, la radiación durante los meses más calurosos.
Iluminación led sostenible
La iluminación, exterior e interior, emplea tiras y bombillas led, recuperando las tradicionales damajuanas, donde antiguamente se almacenaba el vino, ahora reconvertidas en tulipas de las nuevas lámparas y farolas.
Para solucionar el problema de limpieza de la nave original, que no contaba con sumideros, se han incorporado zonas de lavado en los propios espacios. Los sumideros conectados permiten lavar y recoger el agua (que no incorpora ningún producto químico), mezclándola con la de lluvia para el riego de algunas especies del exterior.
Fotografías: Arturo Martínez de Maya (exteriores) y David Frutos (interiores)