El auge del Food Design tiene relevo asegurado en ELISAVA.
Lo que empezó como una incipiente tendencia -hace más veinte años-, se consolida hoy como una nueva disciplina del diseño. El Food Design vive una época dorada, con diseñadores 100% especializados y un futuro prometedor en la cantera. Los trabajos de los alumnos de cuarto grado de Diseño de Producto de ELISAVA así lo demuestran.
¿Qué es el Food Design?
Su traducción literal vendría a ser «diseño de alimentos», pero como suele ocurrir, el nombre se ha popularizado en inglés porque suena mucho mejor. El Food Design es la fusión entre gastronomía y diseño, que no siempre tiene que implicar conocimientos culinarios por parte de quien lo ejerce. Es más, el propio Martí Guixé, pionero de esta disciplina desde 1997, asegura que él ni sabe cocinar, ni le interesa.
Sin embargo, su trabajo en este terreno, y el de la investigadora Francesca Zampollo (creadora de la metodología Food Design Thinking), han sido la semilla de una nueva rama del diseño industrial. Hoy en día el Food Design se ha profesionalizado, y creativas como Elsa Yranzo (In the Bauhaus Kitchen) o Vanessa Redondo (We Crave) elaboran sorprendentes experiencias sensoriales en torno a la mesa.
Food Design, una nueva disciplina
El interés por la cocina molecular y de vanguardia ha ayudado a este boom, seguro. Pero el Food Design no solo trata de transformar química y físicamente la comida, o de presentarla de la forma más sorprendente posible. Va de innovar y aportar nuevos significados a los alimentos a través del diseño; de trabajar la comida como un producto de diseño comestible; va de crear nuevos materiales a partir de alimentos y, también, nuevos soportes para servirlos; va de mezclar el arte de comer con el de sentir, escuchar, tocar y oler.
Food Design en ELISAVA
La consolidación del Food Design entre profesionales e investigadores ha entrado, como era de esperar, en el mundo académico. Esta nueva rama del diseño se ha extendido y es ya una disciplina que está atrayendo la atención de los actuales estudiantes y futura cantera del diseño español. Nos acercamos a ELISAVA, Escuela Universitaria de Diseño e Ingeniería de Barcelona, donde constatamos el interés de los alumnos del último curso de Diseño de Producto por esta especialidad en boga. He aquí algunos ejemplos.
Candy Project, de Albert Canals
Empujado por su interés en la exploración de nuevos materiales naturales que promuevan la construcción de un mundo mejor, Albert Canals ha trabajado las posibilidades del azúcar como material. Candy es un nuevo componente elaborado a base de azúcar y agua. Según el tiempo de exposición a la humedad, su color adquiere más o menos transparencia e intensidad.
Los objetos creados con este nuevo elemento invitan al usuario a reflexionar sobre la naturaleza de lo que consumimos. Candy abre una nueva perspectiva sobre la sostenibilidad y coherencia de la materialidad y la obsolescencia.
Candy, de Berta Daina
En el caso de Berta Daina, su proyecto nace de la experimentación con el caramelo. A través del diseño, Daina consigue crear un producto nuevo que sustituye a las clásicas bolsas de té. La tableta está elaborada exclusivamente con productos naturales a base de azúcar de caramelo tradicional con reducción de infusión de varios sabores. El color resultante se obtiene de forma natural, procedente de la propia planta de té.
Candy se presenta sobre una tabla ondulada de madera de pino encerada. Está pensado para compartir -hasta cuatro personas-. Cada usuario rompe la cantidad de té que desea tomar y la vierte en su taza con agua caliente.
Ceres, de Carla Gili
Carla Gili narra el producto a través de su propia materia. La diseñadora ha creado un nuevo material, Ceres, procedente de la tierra y de los restos de poda de olivos, para elaborar el packaging de botellas de aceite. La confección de este compuesto biodegradable se aglutina con fécula de maíz y un ácido extraído del limón. Una vez manipulados y homogeneizados, se pasa al secado natural -unos 15 días-.
El nuevo material obtenido no solo protege la botella de vidrio de posibles golpes, sino que también asila el líquido y lo mantiene en óptimas condiciones de temperatura y oscuridad. Lo dota, asimismo, de una identidad singular, que narra el por sí solo el storytelling del producto, el aceite de oliva virgen extra ecológico.
Dinner Ritual, de Lio Huntjens
Nueva forma de servir y comer a través de dos platos y cubiertos diseñados de forma muy particular. La idea de Lio Huntjens es crear una nueva experiencia en el acto de cenar. Lo hace promoviendo la interacción de los comensales con el diseño que tienen delante.
La forma orgánica de los platos invita al usuario a jugar con la comida, de manera distinta en cada ocasión. Lo mismo ocurre con la cubertería, hecha de madera, y con un aspecto que se adapta a la ergonomía de las manos. Todo ello contribuye a hacer de la cena un ritual único.
Oldway, de Alex Planes
Más cercano al oficio de «inventor» que al de diseñador (en caso de que exista dicha distinción), Alex Planes hace un «back to the roots» con su cafetera Oldway. Simple pero eficaz. Esta cafetera hecha de cerámica y con aires rudimentales y prehistóricos es una vuelta a los orígenes. En la parte superior se coloca el filtro de papel, a través del que se vierte el café molido y el agua hirviendo.
Sin montaje. Sin cápsulas. Sin desperdicios no reciclables. Oldway evidencia que, a veces, lo tradicional es lo que mejor funciona.
Más proyectos de Food Design en este enlace.
Imagen de portada Albert Canals.