Un gran auditorio efímero envolvió el FADfest 2017.
Ganador del concurso convocado para su diseño, el proyecto fue elegido por un jurado que, compuesto por Pep Quílez, Miguel Ángel Aguiló, Samuel López, Lali Sabartés y Ximena Pérez, valoró especialmente la variedad, calidad estética y la combinación del diseño computacional con la artesanía de las propuestas presentadas.
Tras analizar pros y contras de las distintas localizaciones, FAD y CODA decidieron emplazar el auditorio en el interior del lago de los Jardines de Elisava del Disseny Hub Barcelona, entre las calles de Ávila y de Álava, y aprovechando el vaciado que se tenía que hacer en verano para tareas de mantenimiento y limpieza.
La gran cáscara, que con 400 metros cuadrados acoge bajo ella un auditorio con capacidad para 570 personas sentadas y 380 de pie, consistía en una estructura reticular colgada, que con una cimentación no invasiva minimizaba su impacto sobre los elementos existentes en el entorno. Compuesta de perfiles tubulares de fibra de vidrio conectados con uniones giratorias procedentes de un sistema de andamio, la retícula se cubrió con una lona SIOEN de PVC, ignífuga e impermeable.
La forma final de la cáscara proviene de un proceso de form-finding, dónde el propio material computa la forma. «El principal reto fue encontrar la forma final que adquiriría la estructura por su peso propio, ya que lo único que se diseñó fue la longitud de los cables» cuentan los responsables del proyecto. Un sistema que logra la rigidez a partir de elementos industriales rectos y planos, que mediante su deformación controlada generan cáscaras eficientes de doble curvatura.
El pabellón es una demostración de cómo los nuevos paradigmas del diseño y la computación pueden reducir la huella ecológica de la construcción. «High-tech design, low-tech fabrication», señalan desde el FADfest, que un año más ha puesto el diseño a trabajar para la mejora de la sociedad.