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Originalmente la planta baja, que tras una intervención en los años 60 había quedado dividida en tres áreas –zona de venta, almacén y oficina–, contaba con una salida directa a un pequeño patio que daba acceso al único aseo existente. Una estrecha escalera de obra y tres huecos de ventilación –que permitían que la humedad aflorara al nivel de acceso– daba acceso al sótano, que insálubre y en pésimas condiciones de habitabilidad escondía un gran atractivo arquitectónico, conformado por la fuerte presencia de un techo abovedado y la cimentación del edificio. Todo ello recubierto por una gruesa y deteriorada chapa de mortero pintado, en un espacio en desuso desde hace años y muy afectado por el nivel freático de la zona.
Además de las dos plantas principales, el local contaba con una pequeña dependencia en la primera, al que se accedía a través de una escalera de madera, cuyo uso se desestimó a favor de una notable mejoría para el acceso a la planta sótano, mucho más importante.
A partir de una meticulosa observación, que además de permitir descubrir y corregir importantes patologías estructurales, ayudo a intuir el distinto origen de los gruesos muros y tipologías constructivas, Tomás López Amat descubrió una interesante acumulación y solape de distintos momentos históricos en el edificio. «Un decisivo punto de partida para un proyecto que acomoda un nuevo programa entre los viejos muros y sistemas constructivos anónimos que poco a poco se iban descubriendo y que durante años habían mantenido el lugar en un cierto letargo», señala el diseñador.
El proceso de diseño del espacio se centró en destapar lo escondido y poner en valor las preexistencias, haciéndolas para convivir con la nueva actuación y planteando un contraste entre lo nuevo y lo antiguo.
Elementos como los muros de la calle Grunyí, el techo abovedado o los arcos de descarga, funcionan como guía del nuevo lenguaje utilizado, que resuelve el acondicionamiento acústico del sótano mediante un trasdosado de cartón-yeso. Grandes lienzos en suspensión que esconden tras de si unas cámaras de absorción acústica que palían la excesiva reverberación en dicha planta, y desde donde también se resuelve la iluminación LED perimetral, la misma utilizada en la planta baja.
Junto a la iluminación perimetral LED, en ambas plantas se ha dispuesto un sistema de elementos suspendidos en el centro de las crujías que dan luz a techos y forjados. Además de iluminar, estas piezas suspendidas permiten llevar otras instalaciones, evitando así la presencia masiva de otros entramados eléctricos.
La planta baja se ha elevado 15 cm respecto a la cota original, con un pavimento de tarima de madera maciza que permite ocultar las instalaciones. Bajo el arco de medio punto del muro se ha construido un cubículo de altura mínima, que cerrado por un vidrio en su cara superior que lo aligera aloja un nuevo aseo.
Algunas piezas de mobiliario, como un gran banco a medida y determinadas mesitas, han sido diseñadas especialmente para la ocasión, mientras que otros muebles, como el mostrador o el contramostrador, han sido adaptados de recientes proyectos también realizados para Cafés El Magnífico S.L.
«El acondicionamiento térmico, con serios problemas de humedad, mereció un tratamiento específico mediante el uso de sistemas pasivos y activos» apunta el diseñador. Para ello se aisló todo el solado y arrimadero de la planta sótano mediante una barrera de vapor, y se aprovecharon dos de los lucernarios para escamotear sendos ventiladores de renovación de aire utilizando discretamente el nuevo tratamiento de los intersticios de las fachadas y la cámara que dejaba la tarima de madera elevada.
En el sótano, la antigua máquina de torrefacto jubilada hace años adquiere un nuevo significado, ‘aseada’ para mantenerse así fiel a la memoria del lugar.
La intervención no se reduce sólo al interior del local, sino que también afecta a la fachada, al eliminar las fachadas enrollables de los huecos y permitir que estos asuman una mayor altura libre y, por tanto, más presencia y vinculación del espacio interior con la calle.
A los tres huecos de acceso y la ventana recuperada se incorpora un sistema de porticones metálicos que recuerda los antiguos de madera, aún presentes en muchos de los comercios de la zona; y las carpinterías se componen teniendo en cuenta la vinculación con las plantas superiores, mediante unas grandes puertas pivotantes centradas en el vano que reproducen lo que sucede en el hueco y balconera superiores. Para crear unos nuevos intersticios las puertas se han retranqueado, enfatizando así el acceso y posibilitandose el plegado de los porticones sin necesidad de ocupar la calle.
MAG by El Magnífico
C. Grunyí 10, Barcelona