Matteo Thun diseña el primer Hotel Missoni, en Edimburgo.
Estampados en zig-zag, rayas, topos, tejidos y combinaciones llamativas de rojos, morados o azules sobre una base en blanco y negro crean una atmósfera única, huella de Rosita Missoni (directora creativa del proyecto). El propio arquitecto comenta “nosotros ofrecimos el cuerpo, y Missoni añadió el vestido”. Y es que, efectivamente, el espacio refleja la identidad de la marca partiendo del efecto visual y táctil de sus tejidos como hilo conductor. Es un punto de encuentro para el diálogo entre moda y arquitectura. Con este proyecto, la empresa familiar Missoni sigue la aventura que ya emprendieron Versace y Bulgari, otras dos marcas de moda que se aventuraron en la industria hotelera.
Matteo Thun y Rosita Missoni, viejos amigos y colaboradores, han ideado un ambiente fresco, muy contemporáneo, envuelto en juegos de luces y sombras donde todo toma forma tridimensional. Una eficaz combinación de ondas, jacquard, tweed y formas arquitectónicas provoca ilusiones ópticas. Así, las imágenes parecen estar en constante movimiento. Impactante, que no mareante.
Situado en la Royal Mile de Edinburgo, el primer Hotel Missoni – patrimonio del Rezidor Hotel Group- cuenta con 8.630 m2, 129 habitaciones y 7 suites, además de un exquisito bar de cocktails digno de este espacio cinco estrellas. La energía de los colores Missoni y el protagonismo de los estampados se combinan con objetos de los diseñadores favoritos de Rosita Missoni: Eero Saarinen, Arne Jacobsen, Charles Rennie Mackintosh o el actualísimo e histriónico Marcel Wanders. El mobiliario se compone de modernas lámparas, como la Dandelion de Moooi, y piezas de Focarini, B&B, Zanotta o FontanaArte. El suelo es de madera, un material poco común para espacios de mucho tráfico pero muy usado por Matteo Thun, amante de los materiales naturales.
Matteo Thun (Bolzano, 1952) es arquitecto, diseñador e interiorista. Ha destacado por su posicionamiento en pro del diseño ecofriendly. Ferviente defensor de la sostenibildad, no en el aspecto “Save The Planet” o Al Gore, sino como impulsor de la arquitectura prefabricada (económicamente más asequible y ecológica), Thun apoya la causa contra la fiebre consumista: “¿Puedo permitírmelo? Si no es asequible, no es sostenible” afirmó a la revista Time. Es crítico con el diseño innecesario cuyo único objetivo es la apología del consumo y dice diseñar sólo productos que responden a necesidades auténticas, objetos que nacen porque el interiorismo los necesita. “Intentamos resolver las necesidades del consumidor y preferimos sencillez y funcionalidad a complejidad e imagen”, comenta. Por ello, cree que “los grandes diseñadores de producto son arquitectos”.
Suele trabajar con materiales naturales sin tratamientos, como la madera, ensalzando su naturaleza y la belleza de su propia imperfección natural. Es el caso del interiorismo que realizó para la tienda Hugo Boss del hot Meatpacking District de Nueva York, proyecto por el que fue premiado por su maestría en combinar madera con acero.
El dos veces ganador del prestigioso “Compasso d’Oro”, cuenta con Driade, Illy, Flos, Alessi, Catalano, Artemide, Belux, Coca-Cola, Rucksthul, Bulgari o la Biennale di Venezia entre sus clientes, para los que realiza proyectos y diseños con alma propia, usando un lenguaje distinto para cada uno de ellos y evitando una identidad definida.
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