Entramos al taller de Rafa García, el artista del que todo el mundo habla
Rafa García posee una cualidad que escasea en el mundo de la inmediatez en el que vivimos: una mirada intimista y reflexiva del contexto que le rodea. Esta experiencia personal la traslada a lienzos y objetos llenos de color y geometrías naif que no dejan indiferente a nadie. En Diariodesign hemos tenido la oportunidad de conversar con él.
¿Cómo empiezas en el mundo del arte?
Hace 4 años mi padre estaba reformando una vivienda familiar en Málaga y me pidió ayuda para decorarla. Me animé a pintar mi primer cuadro. Lo subí a instagram y un chico me escribió para comprarlo. Empezó todo de manera muy natural.
¿Tenías formación previa en bellas artes o eres autodidacta?
Siempre me ha interesado mucho la pintura y el arte aunque lo cierto es que yo he estudiado publicidad y relaciones públicas. A raíz de empezar a pintar de manera profesional empecé a ir a clases de dibujo. Aún estoy buscando lo que me gusta ya que yo pinto de una manera muy libre y en clase era todo demasiado metódico.
¿Cuándo te diste cuenta que tu arte podía convertirse en algo profesional y hacer de ello tu modo de vida?
Cuando vi que la gente se interesaba por lo que subía a mis RRSS y empecé a recibir pedidos y encargos. Además, a ese interés creciente por mi trabajo se sumó mi contexto personal; estábamos en plena pandemia y en mi empresa se paralizó el trabajo. En ese momento me centré en este proyecto, le dediqué más tiempo y lo profesionalicé comprando materiales y buenos lienzos.
¿Cuáles fueron los siguientes pasos hasta llegar a tu proyección actual?
Empecé haciendo pequeñas exposiciones colectivas hasta que una galería decidió exponerme en solitario. Diseñé una web para que pudiesen comprarse las piezas y veía como recibía pedidos desde Rumanía, Australia o Alemania. Aún sigo teniendo el síndrome del impostor, me cuesta creer que soy merecedor de todo lo que estoy haciendo.
En tus piezas se ve una evolución de las formas y el color. ¿A qué responde ese cambio?
Soy de los que piensan que la obra y la vida del artista están muy relacionadas. Al inicio mi arte era muy triste, muy serio y más perfecto en la técnica o las formas, pero ha ido evolucionando hasta lo que es ahora.
Tu arte podría considerarse como abstracto con un toque naif. ¿En qué te inspiras?
Me gusta mucho la idea de encontrar la belleza en lo imperfecto, lo sucio y lo feo. Eso me ha llevado a ver la realidad con los ojos de un niño. Los más pequeños tienen una libertad creativa que los adultos han perdido. A partir de ahí, he encontrado un estilo con el que me siento identificado y me permite plasmar situaciones personales: una conversación, un desayuno con un amigo, un recuerdo…
Además, tienes un proyecto gastronómico titulado “Comparte”, ¿Cuándo y como surge?
Siempre me ha gustado la cocina. Me encanta organizar comidas en casa con amigos y familiares, es mi manera de demostrar amor. La primera vez que lo hice de manera profesional fue en el bautizo de mis sobrinos: pedimos presupuesto a un cátering y era demasiado elevado. Mi hermana me propuso hacerlo yo y acepté el reto. Subí fotos a mis RRSS y tuvo mucho éxito. A partir de ahí he tenido varios encargos. El proyecto se basa en un cátering vinculado con el arte, de ahí el nombre: compañía, comida y arte.
Vivimos en la una sociedad de consumo líquido, es difícil conseguir que la gente preste atención al arte ¿Cuál es tu percepción sobre la relación entre tu arte y el público?
Me pasan dos situaciones. Hay gente que simplemente consume mi arte porque le parece bonito estéticamente y hay otra que se interesa realmente por la historia que hay detrás de cada cuadro. Me emociona cuando alguien conecta de manera especial con el concepto de la pieza y lo hace suyo.
¿Puedes contarnos tus próximos proyectos?
Me gustaría hacer crecer el proyecto de Comparte, diseñar cenas temáticas inspiradas en artistas de manera periódica. Además, también tengo varios proyectos creativos con marcas. Lo más importante para mi es estar bien y que todo lo que haga tenga una coherencia, tengo mucho que aprender para seguir evolucionando.
Fotografías: cortesía del artista Rafa García