Un invernadero escondido en un edificio de oficinas de Madrid
El edificio ARA ha sido reformado de forma integral por el estudio Alfaro-Manrique Atelier, que ha trabajado en un diseño biofílico con el objetivo de mejorar el bienestar y animar el encuentro y el diálogo de sus ocupantes.
Un oasis dentro de unas oficinas en Madrid. El edificio ARA, ubicado en la zona José Abascal y con 6.000 metros cuadrados destinado a oficinas, ha sido reformado de forma integral por el estudio de arquitectura Alfaro-Manrique Atelier. La renovación ha sido a través de un diseño biofílico, que incorpora las bases del llamado biointeriorismo y que se ha enfocado desde una perspectiva holística.
Apuesta por un entorno verde
El objetivo de la renovación ha sido mejorar el bienestar de los usuarios, animando al encuentro y al diálogo a través de una atmosfera natural y verde. “El edificio nos planteó una gran oportunidad por su calidad arquitectónica y, sobre todo, por el atrio central que tenía, que antes de la intervención era gris y opaco; nada más verlo nos percatamos del gran potencial que había y tuvimos claro que un diseño sostenible, desde un enfoque global y con los principios del biointeriorismo, debían ser los objetivos”, explica Gema Alfaro, arquitecto cofundadora de Alfaro-Manrique Atelier.
Siguiendo el objetivo de entorno saludable, los arquitectos han confiado en Gerflor Iberia para la instalación de más de 500 metros lineales de suelo de la colección Creation 55 Rigid Acoustic, de resistencia y propiedades acústicas, con la que han revestido todas las zonas centrales del edificio. “La acústica mejorada, esencial para espacios abiertos y compartidos por mucha gente, así como la posibilidad de ser instalado sobre los pavimentos ya existentes sin utilizar adhesivos son dos de los factores que, una vez más, han hecho que nos decantemos por los suelos de Gerflor”, añade la arquitecto.
El atrio ubicado en el corazón del edificio original ha sido el punto de partida para el planteamiento de todo el diseño, que Alfaro-Manrique ha transformado en el pulmón verde insignia del proyecto. “El vestíbulo tan amplio y de seis plantas de altura era algo único que queríamos conservar y potenciar; buscamos la presencia de la naturaleza y tuvimos la oportunidad de abrir ese atrio y convertirlo en un invernadero”, comenta Gema Alfaro.
En su interior, un bosque de naturaleza vertical, con altas palmeras centrales, kentias, arecas y otras plantas que quedan suspendidas desde los diferentes niveles. Como la arquitecto subraya “hemos dado forma en este atrio a una plaza como centro de reunión social, de miradas, de cruces simbólicos… fomentando, además, la generación de espacios híbridos y la usabilidad de cada elemento como respuesta a los espacios de los que disponíamos”.
Una gama de colores neutros y materiales nobles como la madera en formato panelado por todo el perímetro, la piedra o los tejidos naturales son el telón de fondo sobre el que los arquitectos han ubicado un gran conjunto de alfombras diseñadas por ellos ad hoc para este proyecto.
Justo como nexo entre el exterior y la zona del lobby se encuentra la cafetería del edificio. Una zona que se ha planteado como lugar de pausa, proyectada a escala doméstica, y cuyo diseño sigue las líneas estéticas y armónicas del atrio-invernadero central. Por otro lado, el resto del edificio dispone de espacios abiertos en los que ubicar las diferentes oficinas o zonas de trabajo. Todos ellos giran alrededor del atrio y cuentan con grandes ventanales y luz natural.
Fotografía en portada: © Alfaro-Manrique Atelier