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Albert Berrocal
30 noviembre 2023

Carmen Fernández: “El diseño y la accesibilidad nunca pueden estar reñidos»

La arquitecta técnica del área de accesibilidad universal e innovación de la Fundación Once aboga por integrar la construcción accesible en todos los proyectos de diseño de interiores, aunque no estén especialmente orientados a personas con alguna discapacidad.

El diseño de interiores que tenga en cuenta a las personas que sufren alguna discapacidad es uno de los principales pilares en los proyectos actuales. Sin embargo, la completa accesibilidad sigue estando lejos de resolverse. Carmen Fernández, arquitecta técnica del área de accesibilidad universal e innovación de la Fundación Once, lleva casi treinta años reflexionando sobre esta problemática. La arquitecta, que inició su andadura profesional como directora de obras y calculista de estructuras, defiende que el diseño accesible debe trascender el grupo social al que presta un servicio imprescindible, para convertirse en un valor aprobado y aplaudido por todos que beneficie a una población demográficamente más envejecida a medida que avanzan los años.

Pregunta: ¿España es un país que tiene en cuenta el diseño sostenible?

Respuesta: Yo entré en el sector en 1994, gracias a un convenio de colaboración público-privada que al final llegó a extenderse hasta 2008. Cada año se firmaban acuerdos de colaboración con ayuntamientos para impulsar proyectos de accesibilidad, que iban desde la instalación de ascensores a la incorporación de semáforos sonoros en la vía pública. La financiación de los proyectos estaba dividida en tres ejes: un tercio del importe recaía en los ayuntamientos, el otro en el Imserso y el último en la Fundación Once. Justo en una época en la que hablar de accesibilidad quedaba muy lejos, llegaron dos décadas en las que se impulsó mucho este proceso. Los ayuntamientos enviaban las propuestas y una comisión, de la que yo formaba parte representando a la Once, los valoraba antes de empezar las obras. Todos aprendimos a saber cómo funcionaba en España la accesibilidad.

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P.: ¿España es un país accesible al compararlo con Europa o Estados Unidos?

R.: Precisamente, gracias a estos años, España es (quizás al mismo nivel que Estados Unidos) el país con mejor nivel de accesibilidad. Muchas ciudades españolas han sido reconocidas en premios internacionales: la primera fue Ávila, pero después vinieron más. Sin embargo, durante los últimos años el país se ha relajado en esta materia, permitiendo que otras ciudades europeas se situen a nuestra estela. Pero seguimos siendo pioneros: por ejemplo, desde el año pasado la Fundación Once es la encargada de gestionar la oficina de accesibilidad europea.

P.: ¿Cómo se puede integrar la accesibilidad a la conciencia social actual?

R.: Nosotros hemos participado en muchos proyectos para facilitar su incorporación. Por poner un ejemplo, hicimos un camión sostenible que viajó por toda España y que, cuando llegaba a cada ciudad, se convertía en una vivienda de 90 metros cuadrados que incorporaba toda esta filosofía. La gente podía entrar a ver los dispositivos, las ayudas, los apoyos electrónicos o descubrir cómo estaban distribuidos los espacios.

P.: ¿Qué papel juega la accesibilidad en la actual agenda política de las administraciones?

R.: Desde 2010, el Código Técnico de la Edificación decidió que los criterios de accesibilidad eran de obligado cumplimiento. Pero esta medida no se ha cumplido. Se estableció como plazo último 2014, pero cuando llegó la fecha límite no pasó nada. Siguen existiendo muchos edificios de la administración pública que no permiten el acceso universal. Existe disposición política, como la Agenda2030, y cierto compromiso, pero no entendemos por qué esta política no se aplica siempre.

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P.: ¿Cómo se puede impulsar que todos los proyectos tengan en cuenta este precepto?

R.: A nivel social, seguimos sin entender que la mejora en la accesibilidad es para todos, tengas o no tengas una discapacidad. Evidentemente, es fundamental para el 10% de la población que tiene una discapacidad reconocida a través de un certificado. Pero no deja de ser necesaria para un colectivo que contempla 40% de la población que, si bien no tiene una discapacidad, puede encontrarse en situación de discapacidad. El ejemplo más claro es el de las personas mayores. Además, las medidas de accesibilidad potencian el grado de confort de todos los usuarios, y nadie está exento de sufrir alguna discapacidad durante un periodo de tiempo puntual. Cuando lo entendamos, seremos capaces de aplicar la accesibilidad con libertad. No debemos pensar en personas que se mueven en silla de ruedas, sino en personas que usen ruedas. Es un cambio de perspectiva necesario.

P.: ¿Cuáles son las demandas más comunes para los edificios?

R.: La discapacidad física es la más genérica. De hecho, si piensas en una familia, todos pasan por diferentes etapas de discapacidad a lo largo de su vida: los pequeños que no alcanzan los interruptores o los mayores que tienen dificultades de movilidad. Siempre se tiende a asociar la discapacidad con el factor físico, pero también puede ser visual, auditiva o cognitiva.

P.: ¿Qué medidas se podrían tomar para mejorar la accesibilidad que es menos evidente?

R.: Existen muchas pequeñas acciones: que el acceso de la calle al ascensor sea siempre limpio, poner colores contrastados en los telefonillos o facilitar el acceso a zonas comunes y trasteros. Lo más importante es cambiar la mentalidad, sobre todo a nivel demográfico. Se estima que en 2050 seremos el país con más personas mayores del mundo, incluso por encima de Japón. El diseño accesible piensa en espacios muy grandes, pero también en que los interruptores no sean del mismo color, para que una persona con cataratas pueda identificarlos fácilmente. La accesibilidad también consiste en considerar pequeñas cuestiones que mejoran la vida de todos. Las administraciones deben planteárselo: cuanto más accesible sean las viviendas, más independencia y más autonomía le confieren a la persona, y menos recursos deben destinar a la dependencia.

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P.: ¿La belleza está reñida con la accesibilidad?

R.: Ambos espacios nunca pueden estar reñidos. Normalmente, pensamos que todo lo accesible es feo y ortopédico. Nada más lejos de la realidad. Los diseñadores nos encargamos de esto. Por ejemplo, si tienes que poner barras de ayuda, ponlas de acero inoxidable, que permiten jugar con distintos colores. Hay muchas cosas en el mercado que nos ayudan a que diseño y accesibilidad vayan de la mano.

P.: ¿La llegada de las nuevas tecnologías ha tenido un impacto positivo sobre la accesibilidad?

R.: Tanto las tecnologías como la inteligencia artificial (IA) son herramientas fundamentales para las personas con discapacidad, siempre que estén diseñadas de forma accesible y puedan ser utilizadas por todos. En la Once hemos diseñado una botonera virtual que permite activar el botón del ascensor, por ejemplo, a través de la voz y el teléfono. Las nuevas herramientas digitales, bien aplicadas, confieren autonomía e independencia a las personas con discapacidad.

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