Una nave industrial convertida en oficina en la que dan ganas de quedarse a vivir.
Las posibilidades de un local comercial en Barcelona se han explotado al máximo gracias a la intervención de Lama Studio en esta nave industrial convertida en oficina. Un espacio polivalente de 350 m2 que cuenta con una zona de trabajo, un local y un espacio diáfano que se ha convertido en la sede de Codea Studio, una agencia creativa.
Un local con posibilidades creativas
355m2 dan para mucho, especialmente si se quiere convertir una nave industrial en una oficina. Este fue el punto de partida para Lama Studio a la hora de intervenir un local en Barcelona, futuras oficinas de Codea Studio, una agencia creativa. El problema: la planta tenía una forma muy alargada y contaba con tan solo 6 metros de fachada. Como consecuencia de ello, entraba muy poca luz. Además, la parte delantera del espacio, un local comercial de 4,5 metros de altura, presentaba distintas anchuras y forjados. Entre el pliego de condiciones, el cliente apostaba por el uso de los materiales en crudo, los volúmenes de obra y las texturas y colores contrastados. Es por eso que la propuesta se desarrolló principalmente a partir de referentes de la arquitectura vernacular mediterránea y con un uso de las texturas y los colores de inspiración más mexicana.
Cuatro zonas diferenciadas en un espacio diáfano
La propuesta se distribuye en cuatro zonas diferenciadas: un primer espacio diáfano que da a la calle y desde donde se accede al local. Inmediatamente después, se encuentra un largo distribuidor, por el que se llega a una bonita nave industrial convertida en oficina. Con un tejado a dos aguas, destaca como el espacio con más personalidad arquitectónica del proyecto. Por último, para abrir una nueva fachada posterior y darle luz a esta nave, se recuperó el antiguo patio que había al fondo de la parcela. A nivel de materiales y acabados, el punto de partida fue no intervenir en la envolvente original de los espacios, sino únicamente sanearlos y pintarlos de blanco.
Para el núcleo principal, se eligió un bloque de hormigón con acabado rugoso y color rosado, que le da personalidad al proyecto. Los distintos volúmenes en la nave se construyeron en obra y con un acabado revocado bastante tosco pintado en blanco, resaltando así su carácter artesanal.
El núcleo central está delimitado por estas altas paredes de bloque de hormigón que generan una volumetría muy sólida. La primera abertura da acceso a los baños y la segunda a los almacenes y las salas de reuniones. En estos vestíbulos semi-abiertos destacan unas puertas paneladas de suelo a techo, que contrastan con la rugosidad y el color de las paredes.
En la zona central de la nave, una grada de obra y una jardinera alta revestida de rasilla cerámica separan la zona de trabajo de la cocina y el comedor. Este saliente, además de ejercer de celosía entre espacios a través de las plantas, funciona como tribuna para presentaciones y otras actividades de la agencia.
Blanco puro para reflejar la luz
Las salas de reuniones se abren a la nave industrial convertida en oficina a través de unas grandes carpinterías de vidrio para aprovechar al máximo su luz natural. La zona de trabajo se encuentra enfrente de las grandes cristaleras de las salas de reuniones. El blanco refleja la luz, creando un ambiente luminoso, limpio y muy propicio para trabajar.
En el lado opuesto a la cocina encontramos el comedor, con una imponente mesa de estructura metálica lacada en blanco empotrada al suelo y con el sobre de MDF. La mesa ha sido diseñada en exclusiva por Cristian Herrera Dalmau para este proyecto, igual que la lámpara suspendida en forma de zig zag, que es de metal y con un especial acabado bicromatado iridiscente. Las sillas Grillo y los taburetes Poni de Branu también son piezas del diseñador.
La cocina, ubicada al fondo de este antiguo almacén, está formada por distintos módulos de obra, algunos con frontales de MDF. La zona de cocción está revestida de rasilla cerámica, que se prolonga hacia el patio exterior. En el centro encontramos una gran isla de obra con encimera porcelánica con almacenamiento por un lado y una barra con taburetes por el otro.
En el patio exterior se realizó una intervención mínima. Tan solo fue saneado y pintado, generando una envolvente de color terracota para dar contraste con el blanco predominante en esta nave industrial convertida en oficina.
Fotografía: José Hevia