Arquitectura contemporánea integrada en el entorno rural de Burgos.
En un contexto campestre, mecanismo ha diseñado una vivienda que se integra perfectamente en el paisaje que la rodea. El estudio fundado por Marta Urtasun y Pedro Rica ha llevado a cabo un trabajo ejemplar de síntesis, tanto compositiva como material, en Huerta del Rey, una aldea en proceso de despoblación en Burgos.
Casa en Burgos. El contexto
El fenómeno de despoblación de la que son víctima la mayoría de pueblos de Burgos ha desencadenado en una decadencia y proceso de ruina de la arquitectura local. Las construcciones que en su día dieron cabida a una prolífica actividad rural, ahora se ocupan solo en épocas vacacionales.
El germen del proyecto, por consiguiente, es este desolador punto de partida. Un entorno decaído y con cierto toque nostálgico, casi romántico, que los arquitectos de mecanismo han sabido interpretar en esta singular vivienda.
Dialogar con el lugar
Ajenos a la moda y a tendencias de construcción que no tienen en cuenta el entorno, Marta y Pedro han creado una vivienda donde el sistema constructivo empleado y los materiales dialogan con el entorno y la historia del lugar. Todo ello, eso sí, adaptado a la actualidad.
Situada entre dos calles que la delimitan en sus linderos norte y sur a alturas distintas (3m por encima, en el primero, y 3m por debajo, en segundo), la casa se adosa al lindero norte, dejando libre el resto de la parcela.
Hacia la calle, la casa se muestra como un muro hermético de bloque cerámico que la cierra a la orientación más desfavorable. Sólo se abre en la zona central, con el hueco de acceso y una celosía que descubre el patio a doble altura entre ambas plantas.
Dos volúmenes superpuestos
La casa se organiza en dos volúmenes claramente identificables, tanto a nivel formal, como material. Los espacios comunes (baños, salón-comedor, cocina y aseo) se ubican en el bloque cerámico. Es como un muro hermético hacia la calle, y un basamento más abierto, al jardín.
De hormigón, la segunda pieza se ha diseñado suspendida y conectada con el nivel superior. En voladizo, y con un porche orientado a sur bajo ella, contiene en su interior los tres dormitorios. De esta forma, se logra que función, estructura y materialidad formen un todo unitario en el proyecto.
Dentro de la casa, los espacios se ordenan optimizando la funcionalidad y según su grado de privacidad. La óptima iluminación natural y la protección de la incidencia directa del sol se consigue mediante voladizos. Estos últimos contribuyen, junto a la orientación controlada de los huecos y la situación semi enterrada de la planta baja, a la regulación térmica natural de la vivienda.
Austeridad material
Integrados en el contexto rural que rodea la vivienda, los materiales dan respuesta a un presupuesto de ejecución limitado. Combinando bloque cerámico y hormigón en el exterior, y granito y madera en el interior, se logra una estética que encaja perfectamente con el entorno.
Por un lado, encontramos el bloque cerámico, que se coloca a hueso y con diferentes composiciones. Esto da lugar a una fachada ventilada que añade textura y dinamismo. Por el otro, el hormigón picado en su estado más primitivo resalta su naturaleza pétrea rugosa e irregular.
En el interior, el granito y la madera de roble se combinan en panelados y solados para dar lugar a un ambiente cálido y acogedor.
Un tercer volumen traslúcido
Hay un tercer volumen anexo que completa el conjunto. Funciona como cochera y almacén. La prohibición por normativa de abrir huecos practicables en fachada ha llevado a los arquitectos a utilizar planchas de policarbonato celular, que permiten la entrada tamizada de luz natural al interior.
Fotografía: Adrián Vázquez