La Caseta Blava de El Cabanyal se rehabilita como vivienda de alquiler asequible.
En el marinero y ahora cosmopolita barrio de El Cabanyal, en Valencia, el Ayuntamiento de la ciudad es el promotor de estas viviendas de alquiler asequible. Fátima Galarza Ruiz, al frente del estudio FGR Arquitects, junto a Rafael Gómez-Lechón se han encargado de su rehabilitación. La Caseta Blava (casita azul) como ahora se llama, acoge dos viviendas gemelas e independientes, de 80 m2 cada una, así como un local municipal.
La Caseta Blava de El Cabanyal
El proyecto, de FGR arquitects, ha conseguido transformar una casa unifamiliar de dos plantas y un corral trasero en un edificio de dos viviendas gemelas destinadas al programa de alquiler asequible, y un local municipal en el cuerpo posterior, con acceso por la calle paralela.
El edificio, protegido por su valor histórico, destaca por una fachada que fue muy alterada por los anteriores propietarios y que se ha conseguido recuperar. Ahora luce su color azul característico y las ornamentaciones originales.
Lo mismo ocurre con su estructura de madera, oculta en un principio y muy afectada por xilófagos, que hoy es la gran protagonista del nuevo espacio.
Las dos casas gemelas, cuentan con un salón comedor, una cocina abierta, un baño y dos dormitorios. En la primera primera se ha recuperado la tradicional “escaleta valenciana”. Un elemento muy típico en la arquitectura doméstica de la Comunidad Valenciana, por la que se accede a la vivienda alta. Y se hace a través de una «escalerilla valenciana», escalera lineal de dimensiones muy justas, ya que está enclavada entre dos paredes y ubicada junto a una de las medianeras del edificio.
Se recupera la estructura de madera y se deja a la vista
Esta escalera tenía anulada su entrada desde la calle y había sido integrada de manera muy forzada al interior de la antigua vivienda. En lugar de cerrar la escaleta y privarla de luz, como suele ser habitual, Fátima Galarza, en colaboración con el arquitecto Rafael Gómez-Lechón, han creado un bonito mirador desde la fachada. Igualmente, se ha dejado el muro divisorio a media altura, para que la estructura de madera se asome desde lo alto. En definitiva, se recupera la esencia de la clásica casa valenciana.
El acceso a la vivienda se realiza por la sorprendente zona de día. Lo primero que destaca en el salón es la estructura de madera principal que sostiene el tejado inclinado. Esto, junto a la auxiliar, que soportaba el viejo techo de cañizo, crea un interesante juego de líneas y perspectivas que va cambiando según el punto de vista. Como el tejado estaba en buen estado, se decidió acometer el aislamiento por debajo, entre las distintas viguetas, una solución más lenta y costosa pero cuyo resultado final, sin duda, ha merecido la pena.
Los huecos al exterior son los originales, así como el color azul cielo que da nombre a la «Caseta Blava». Las arquitectas se encontraron con que la fachada había sido arbitrariamente modificada por los propietarios anteriores. No se habían respetado ni las proporciones, ni el revestimiento, ni el color… Poco a poco, a través de una minuciosa labor de limpieza y saneo del cerramiento fue aflorando todo. Una vez valorado el grado de protección del edificio, se decidió recuperar todos los elementos para dotarlos de confort, seguridad y habitabilidad.
La cocina se conecta con el salón comedor
La cocina se vincula al salón comedor con esa vocación de las cocinas valencianas de formar parte del día a día y concentrar toda la vida familiar. Además, su posición interior y central en la vivienda, demandaba distribución. Se ha proyectado con la idea de que sea una cocina ordenada y sencilla y con gran capacidad de almacenaje. Gracias a la ventana de la bancada intermedia, se abre a la luz y al paisaje urbano de El Cabanyal. «Considero que debe ser agradable trabajar en ella y que su configuración hace que se pueda independizar fácilmente en caso de ser necesario», explica la arquitecta Fátima Galarza.
Los colores del Mediterráneo
Respecto a las tonalidades escogidas para el interior de las nuevas viviendas de alquiler, el estudio de arquitectos FGR ha intentado hacer alusión a los colores alegres relacionados con el buen tiempo que hace en Valencia y a las playas cercanas a El Cabanyal. Son los colores del Mediterráneo. El azul del mar para la planta baja y el amarillo del sol para la alta. Su presencia se reduce a los baños y la cocina.
La vivienda inferior es idéntica en distribución a la de arriba. Solo cambia el acceso directo desde la calle a través de una doble puerta de madera con contraventanas tradicionales. «Como recientemente se ha peatonalizado la calle, será una gran idea recobrar la vieja costumbre popular del «sopar a la fresca» con las puertas de la casa abiertas y la luz del interior», añade Fátima Galarza. Además, el edificio cuenta con otro plus: un pequeño patio interior al que se asoman las ventanas de los dormitorios.
Fotografía: Alejandro Gómez Vives