Las Cuadras, el pequeño refugio de un fotógrafo en Benidorm.
Unas viejas cuadras en pleno campo en Benidorm se han convertido en el refugio de un fotógrafo y sus animales. El estudio ji Arquitectos ha rehabilitado las antiguas construcciones para crear, en solo 44 m2, una pequeña casa de madera con cocina, comedor, zona de estar y trabajo, dormitorio, baño y galería para exponer fotografías.
Un lugar marcado por las huellas de su historia
El propietario, según explican los arquitectos “buscaba un lugar sin definición concreta. Un espacio donde poder mirar a sus animales en el campo, poder trabajar sus fotografías y hacer arroz.» Lo tenía clarísimo: ese lugar, cargado simbolismo e historia, debía ser un lugar para el recuerdo que nunca se debe perder. “Buscábamos un espacio que hablase de lo que fue y no de lo que es.” Y lo encontraron en Benidorm, a espaldas de sus concurridas playas, en pleno campo y a los pies de una montaña en la costa, junto al mar.
Jorge Frías e Irene Zurdos componentes del estudio ji Arquitectos hablan de su inspiración. “Empezamos a trabajar sobre los pasos, las huellas,” explican. Y, siguiendo los deseos de su propietario, buscaron ese rastro de la memoria que nunca desaparece del todo. «Aunque en este caso, sí que contábamos físicamente con esas huellas usadas y desgastadas: Las herraduras de Explorador. Ellas son las protagonistas de Las Cuadras.
Junto a este símbolo destaca una pieza que marca el concepto de la rehabilitación: una especie de “árbol sintético”. Es la cubierta que antecede a la casa, la resguarda, da sombra y recrea un pequeño bosque a base de columnas que aglutina todos los espacios.
Originalmente las cuadras contaban con una pequeña cubierta anclada a la fachada principal. Y decidieron reutilizarla. La elevaron sobre la nave, sosteniéndola por un “bosque de finos pilares” verdes y sin un aparente orden lógico. La idea: recrear ese árbol de policarbonato que crece y se deforma reaccionando según la zona a proteger y que culmina en una dilatación que sirve de resguardo de los animales. Es una pieza ligera, que deja pasar la luz tamizada por las dos capas de policarbonato, da sombra y consigue que el aire recircule y refresque el porche que precede al refugio.
Abrir la vista al campo y a la montaña escondida
A la hora de crear el refugio, la primera tarea del estudio fue vaciar la nave, un espacio longitudinal de 11×4 m aprox. Eso sí, decidieron mantener sus muros de bloques de hormigón y su cubierta. En la parte exterior despejaron algunas construcciones aledañas para despejar la vista y abrirla hacia la montaña rocosa, que separa Benidorm de Altea, Serra Gelada, un parque natural en la provincia de Alicante. Una vez vacío el volumen abrieron un gran hueco en el extremo que mira hacia el campo donde están los animales. Y entre esa pieza y el campo: crearon un patio amarillo con huecos que enmarcan a los caballos pastando.
La fachada es variante según la orientación y su uso. Al sur oeste, donde están la cocina, salón, comedor y dormitorio, se ha horadado el muro existente con un ritmo de huecos en forma de herradura. A través de estos orificios fluye la luz y convierten estos accesos en una celosía que habla directamente del pasado del edificio. “Las huellas se elevan y se convierten en luz…» explican.
Desde la casa, la vista se abre hacia la zona este se ha creado un patio inglés amarillo con huecos que miran hacia el campo. Y al norte, distintos huecos circulares y de ventilación, actúan como lámparas retro iluminadas.
Vivir con lo esencial en menos de 40 m2
Para el interior buscaban un espacio flexible y abierto pero que contuviese lo esencial para vivir: una cocina, un baño, una cama, una mesa, un sofá… Así, han creado un único espacio diáfano, en el que elementos de madera delimitan los diferentes ambientes. En realidad, se trata de una única pieza “mecanismo” en madera de pino que recorre todo su perímetro y se va transformando a la medida de cada uso.
La madera pino es, por tanto, la gran protagonista de todo el interior, que se abre al patio. Con el techo a un agua, vigas y el suelo también de la misma madera, este noble material le aporta un aire cálido y acogedor. Los propios muebles marcan el espíritu de cada pequeño rincón, siempre abiertos y flexibles. Las herraduras pueden verse en suelos y paredes.
En menos de 40 m2, los arquitectos han conseguido ubicar, y de una forma cómoda, la cocina; una práctica mesa de comedor; una zona de estar que cuenta con un sofá con ruedas móvil; un escritorio para poder trabajar con un banco; un dormitorio con cama de matrimonio; un baño y una galería para exponer las obras del fotógrafo.
El mobiliario está diseñado a medida por el estudio Ji Arquitectos. Y realizado en una sencilla madera de pino que destaca por sus nudos. Cuenta con todo lo imprescindible en un pequeño refugio de campo, incluido un práctico botellero.
El blanco, el tono cálido de la madera y el amarillo, a juego con el patio inglés, son los tonos dominantes. Los ambientes limpios y despejados contribuyen a agrandar ópticamente el reducido espacio del refugio. El cuarto de baño, en los mismos colores, está equipado con lo básico y revestido con un práctico gresite en un amarillo tostado. El lavamos se ha dejado volado y con la grifería empotrada en la pared.
Fotografía: Mariela Apollonio