L’Olivera 4, la última villa de RCR Arquitectes en PGA Catalunya Resort.
El estudio de arquitectura ganador del Premio Pritzker está detrás de esta vivienda modular. L'Olivera 4 se integra con el paisaje y rompe las barreras entre los espacios exteriores e interiores. Sin duda, se trata de una de las construcciones más sorprendentes de los últimos años.
Un lugar perfecto para estar en armonía con la naturaleza
PGA Catalunya Resort, situado en la localidad gerundense de Caldes de Malavella, es mucho más que uno de los mejores complejos residenciales de nuestro país. A sus hoteles, campos de golf y viviendas de alto nivel creados a lo largo de los últimos años por arquitectos de renombre, ahora hay que sumarle L’Olivera 4. La casa-paisaje que concibe de una manera singular el interior y el exterior en una única superficie.
RCR Arquitectes, son los responsables de esta villa modular que se desmarca de las habituales construcciones. El prestigioso estudio de arquitectura ha trabajado con el paisaje para crear una fusión entre el hogar y la naturaleza. Su objetivo era promoverel bienestar y la calidad de vida de sus inquilinos.
La integración es uno de los elementos clave en la concepción del proyecto; este es todo un ejemplo de arquitectura paisajística que combina espacios abiertos de diferentes tamaños con un hermoso lago como punto de mira central. Para hacer posible L’Olivera 4, RCR Arquitectes se ha aliado con el gestor de proyectos Cercle Gespromat, una de las empresas líderes de Project Management en la Costa Brava y en Barcelona.
Versátil a la par que sostenible
Tomando como punto de partida la idea de las casas-mirador, L’Olivera 4 parece estar suspendida en el aire. En la entrada, influenciada por la cultura japonesa, hay una lámina de agua pensada como un elemento contemplativo y de reflexión que atraviesa toda la parcela y desemboca en una piscina. Está dispuesta de una manera flexible, generando patios interiores que facilitan que el espacio exterior entre en el interior de la vivienda y, a su vez, pase a formar parte de ella. Al no existir una limitación propiamente dicha entre lo que hay dentro y fuera, el cliente puede decidir según sus necesidades tanto la disposición como la medida de los espacios.
Todas las estancias disponen de una galería-porche en sombra, lo que facilita la regulación de la temperatura y la luminosidad. Al estar generada a base de pórticos que miran al lago y al campo de golf, la casa se integra majestuosamente con el paisaje de una forma serena y única. Del mismo modo, los materiales utilizados hacen que su estructura hable a través de un lenguaje de umbráculos y elementos propios de un jardín; esto va a contracorriente de la pesadez propia de las construcciones tradicionales. Al haberse concebido como un hogar modular, RCR Arquitectes además ha conseguido una gran optimización de los materiales y de los procesos constructivos.
«Como en todas nuestras obras, hemos querido ir un paso más allá, demostrando el amor que tenemos por la naturaleza con el objetivo principal de que las personas sientan algo especial, que les haga pertenecer al lugar. Para la construcción de esta villa nos inspiramos en el sentimiento que transmite este conjunto verde, en sentir la proximidad del lago y el carácter del campo de golf. Lo que buscamos en esta residencia es que los interiores y exteriores sean un todo, un fragmento del paisaje. Para ello, hemos evadido al máximo un conjunto de masa construida aplicando vacíos, sombras, filtros y vegetación», apostilla sobre el proyecto el propio Rafael Aranda.