Transformación de una antigua cochera en una vivienda de lujo.
Reimaginar una antigua cochera en Dublín y transformarla en una vivienda es el encargo al que Kingston Lafferty Design se ha enfrentado en este proyecto. Una intervención de un edificio histórico que, respetando las preexistencias, incorpora a la arquitectura original una ampliación contemporánea, terrazas exteriores y un cuidado jardín.
Bolton Coach House
Bautizada como Bolton Coach House por sus autores, la casa yuxtapone lo antiguo y lo nuevo en un interesante juego de niveles. «Cuando visitamos el espacio original, descubrimos un lugar de carácter único, que no dudamos en preservar», explican los arquitectos.
Originalmente camuflado por la naturaleza, con paredes cubiertas de hiedra y árboles en su interior, el edificio emerge ahora como una espectacular vivienda. Un espacio donde lo nuevo y lo viejo, lo ligero y lo pesado, y lo natural y lo construido, dibujan un todo coherente y en cierta forma mágico.
Convivir con el pasado
Para lograr compatibilizar lo existente con las nuevas incorporaciones, se opta por un diseño que no trata de competir con el pasado. Con icónicos detalles y pequeños rincones llenos de encanto, el espacio se impregna ahora de una estética más actual y minimalista, que destaca sobre la arquitectura original de arcos y muros de sillería.
«Nuestro objetivo desde un primer momento fue conectar los espacios antiguos con los nuevos», explican desde Kingston Lafferty Design. Además de sacar el máximo partido posible a los magníficos arcos existentes, los arquitectos han incorporado una nueva extensión acristalada que contrasta con la estructura original.
Una emocionante experiencia espacial
Dentro, la casa proporciona al usuario una experiencia emocionante, con múltiples rutas y formas de utilizar el espacio. De fuerte carácter industrial, los portales de acero usados para concatenar espacios conviven con materiales naturales como mármol pulido, madera de nogal o latón.
El hall de entrada combina pavimento de nogal y piezas cerámicas en blanco y negro, y de patrón geométrico, con las paredes de piedra original. Un característico zócalo de latón soporta espejos personalizados, diseñados por los propios arquitectos.
Toques femeninos sobre un telón de fondo muy masculino
La intervención apuesta por un equilibrio armonioso entre el carácter masculino de la estructura y la sensualidad y sofisticación femenina del mobiliario. Piezas hechas a medida, como el gran sofá del salón sobre el que pende una lámpara roja de Maison Dada, recrean un espacio de colores claros y armónicos, que invita a la calma y la relajación.
Una mesa diseñada por Eero Saarinen, sobre la que pende una lámpara de Edizioni Design preside el comedor.
En la cocina, una lámpara de dos brazos de estilo francés de los años 50 ilumina la gran isla de mármol Negro Marquina.
La zona de desayuno se envuelve con una brillante piel cerámica azul, paredes, bancas en voladizo y una mesa que se prolonga al exterior.
En la habitación principal, el cabecero de mosaico rústico estampado añade un toque lúdico que contrasta con el elegante hormigón vertido del suelo y los muros de sillería.
Fotografía: Bárbara Corsico