Casa Eucalipto: la plasticidad del hormigón.
La gran capacidad plástica del hormigón da forma a esta casa, que responde al programa funcional, los condicionantes del lugar y las expectativas de sus propietarios.
Josep Carreté i Borràs, de nexe arquitectura, es el autor de esta casa en Sant Boi de Llobregat. Ocupando una parcela de proporciones rectangulares de un área residencial y con 396 metros cuadrados, la Casa Eucalipto se abre a unas vistas que escapan del entramado urbano cercano.
Proyectada al paisaje
Organizada en tres niveles, la casa reserva el semisótano para el garaje y cuartos de servicio e instalaciones. Sobre él, la planta baja alberga las estancias principales de la casa: patio de acceso, una zona central de cocina y sala, dormitorios, porche, terraza y piscina.
En su recorrido, la planta baja recorre casi la totalidad de la parcela. Nace en el jardín posterior, entra en la casa y articula todos los espacios para volver a salir convertida en una terraza. Sobrevolando la visión de la calle, esta última se proyecta hacia el paisaje.
Situada en la parte posterior de la casa en forma de pequeño torreón, la segunda planta alberga el resto de dormitorios. Con pavimentos interiores de Porcelanosa, la carpintería es de Technal.
Espacios concatenados
La geometría del hormigón enmarca planos transparentes y opacos, de vidrio y madera, tanto en planta como en sección. Se genera así una sucesión de llenos y vacíos, de espacios exteriores e interiores concatenados que generan interesantes relaciones espaciales.
El área central de la casa es atravesado por tres ejes. Uno longitudinal, que atraviesa la vivienda y dispone el programa funcional; otro transversal, dibujado por el foco de luz que fusiona el patio con el espacio interior; y un tercero vertical, en el doble espacio de la escalera. Es en ese nodo donde se sitúa la cocina, el corazón de la vivienda donde sus propietarios pasan más tiempo.
La áspera textura de la madera y el hormigón, la transparencia del vidrio, la calidez de las cortinas, el diálogo entre interior y exterior, las vistas cruzadas, las luces cambiantes y los sorprendentes reflejos convierten la casa en un ente vivo. Un espacio donde la escala más doméstica convive con otra de dimensiones máximas que enmarca el entorno cercano y el paisaje final.
Fotografía: Simón García, nexe arquitectura