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Una escultura de barro para Graciela Iturbide.

En un terreno de 7 x 14 metros del Barrio del Niño Jesús, en Coyoacán, Ciudad de México, y a solo unos pasos de casa de la prestigiosa fotógrafa Graciela Iturbide, emerge el Estudio Iturbide. Una torre de tan sólo tres alturas, que extruyendo sus medidas en planta deconstruye la sólida pieza de barro que le da forma en muy finas y casi imperceptibles tensiones de acero.

Los arquitectos Mauricio Rocha y Gabriela Carrillo son los autores de este proyecto para la fotógrafa Graciela Iturbide. Una de las fotógrafas más influyentes de América Latina, nacida en Ciudad de México y premiada con numerosos galardones, tanto nacionales como internacionales.

Una torre de barro

«Una pieza que ante todo busca el silencio, la síntesis, el uso continuo, repetitivo y casi obsesivo de un solo material«, señalan los arquitectos. El barro aprovecha su forma y proporciones para hacer desaparecer el hormigón de su estructura y volverse casi autoportante.

Tres planos tensados de madera, hormigón y mármol organizan un interior de 162 metros cuadrados. Se generan así dos vacíos de muy distintas alturas, habitados en un futuro no muy lejano por patios con jardines, autoría de su propietaria.

Las fachadas interiores insinúan, de forma casi imperceptible, las condiciones de las colindancias que las rodean. De esta forma, el barro que las reviste deja o impide pasar la luz, para luego convertirse en un interesante juego de sombras y luces.

Los servicios, las circulaciones y la gran estantería se agrupan en un mismo elemento vertical. Éste se integra a los muros contenedores para prácticamente desaparecer y sólo dar cuerpo al volumen de barro.

Masa y vacío

Para los arquitectos, Estudio Iturbide es «una pieza que busca ser masa y vacío. Un volumen etéreo que desaparece con la luz y con la sombra, para dejar de ser y permitir que la potente atmósfera de Graciela Iturbide lo habite y lo haga suyo».

Fotografía: Rafael Gamo

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