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Bamboo House: el Mediterráneo, en Brasil.

Una pareja que pasa gran parte del año navegando en velero por las islas mediterráneas encargó al arquitecto Vilela Florez un refugio en la costa brasileña donde descansar el resto de los meses. Una vivienda desde donde disfrutar del espectacular paisaje circundante, para la cual exigieron un único condicionante. El presupuesto no debía superar los 100.000 euros y la obra, incluyendo la fase de proyecto, debía estar acabada en 10 meses.

Situada cerca de Pipa Beach, un pequeño pueblo perteneciente al estado Rio Grande do Norte, la vivienda ocupa una superficie de 180 metros cuadrados. «La limitación de tiempo, tanto en fase de diseño como de construcción, nos hizo optar por un esquema muy definido», explican los arquitectos Mariana Vilela y Daniel F. Flórez.

La intervención se organiza en dos volúmenes diferenciados, de características muy distintos. Uno abierto al entorno, que alberga las zonas comunes, y otro, mucho más cerrado y de mayor altura, donde se alojan los dormitorios con sus respectivos baños.

Un sala de estar abierta al paisaje

Pavimentada en piedra, como las tradicionales aceras portuguesas, y protegida lateralmente por dos muros de piedra local, la sala de estar se cubre con un techo de madera apoyado sobre robustos pilares.

Volcado al entorno y convertido en el gran protagonista de la intervención, el porche que alberga las zonas comunes cuenta también con una cocina abierta con lavandería.

Muy distinto, el volumen que esconde las habitaciones se construye con mampostería estructural de bloques de hormigón a modo de costillas verticales. Entre ellos se colocan los paneles de bambú que, dispuestos en forma de espinas de pez, sombrean la fachada favoreciendo el óptimo comportamiento térmico del edificio.

Las tres habitaciones se reservan para la pareja y sus hijos, que ocasionalmente los visitan junto a sus respectivas familias. Pasarelas de piedra atraviesan parterres con vegetación y las comunican con la sala de estar.

Estilo mediterráneo en el trópico

Orientada hacia los vientos dominantes y un acogedor jardín con piscina, la casa se abre al paisaje. Grandes ventanales acristalados permiten que la vegetación circundante entre en las habitaciones. Se logra así un interior fresco, que inundado por la brisa ofrece un refugio donde protegerse del fuerte calor tropical de la zona.

Con materiales que van desde la madera hasta el bambú o la piedra, la paleta de colores elegida apuesta por los tonos naturales. Dentro, el color blanco, que junto al bambú recubre paredes y techos, favorece el aislamiento térmico.

El color azul mediterráneo elegido para el baño principal hace referencia a los frecuentes viajes de los propietarios por el Mediterráneo.

La gran altura libre de los dormitorios permite alojar una suerte de altillo sobre el volumen de cada baño. Los detalles en naranja de una de las habitaciones y amarillo de la otra aportan el toque de color. Láminas con llamativos motivos étnicos hacen referencia a la cultura y tradiciones locales.

Fotografía: Guillermo F. Florez

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