Ana Mir, complejidad esencial.
En el barrio de Gràcia de Barcelona, en las calles de pasado industrial, hay proyectos de un presente muy contemporáneo. En uno de los antiguos talleres de la calle de la Llibertat, nos adentramos en el estudio Emiliana, un proyecto fundado por Emili Padrós y Ana Mir. Con esta última, diseñadora valenciana afincada en Barcelona desde mediados de los noventa, tenemos la oportunidad de conversar sobre sus proyectos y su forma de trabajar. Al estudio se accede por el espacio de taller donde se desarrollan maquetas y prototipos. Es un espacio repleto de repisas. Desde el suelo hasta el techo, resguardan proyectos que van desde el diseño de objetos, el textil, pasando por el interiorismo o el comisariado de exposiciones. Todo pensado desde una cotidianidad fresca y cercana.
El estudio Emiliana que formáis junto a Emili Padrós, ¿Nació directamente de la facultad?
No fue inmediato. A Emili lo conocí en el Central Saint Martins de Londres y, cuando acabamos los estudios, yo volví a Valencia. Desde allí me ofrecieron la oportunidad de trabajar en el estudio de Òscar Tusquets y fue entonces cuando me vine a Barcelona. Entonces empezamos a hacer proyectos con Emili en el terreno del arte, conjuntamente con Martín Azúa, Curro Claret u Óscar Guayabero, entre otros. Trabajábamos juntos muy asiduamente y así se fue forjando Emiliana.
Aunque hoy hablamos sólo contigo, Ana, ¿El trabajo es completamente compartido entre los dos?
Con el apartado de conceptos de la nueva web que acabamos de estrenar, entre Emili, Emiliana y yo hemos querido hacer visible cierta distinción. La idea es preservar cierta idiosincrasia y Emiliana es el espacio en el que todo se encuentra, se agrupa y se suma. A pesar de que los trabajos son del estudio, algunos proyectos los hemos desarrollado por separado. Creo que la distinción recae sobre todo en los procesos de exploración o conceptuales.
Viendo vuestro trabajo, creo que hay dos constantes: humor y honestidad. ¿Crees que son dos conceptos que os definen?
Creo que sí. Hay una parte de humor que está presente en nuestras propuestas. A pesar de ser algo que no se explica habitualmente, nuestra cultura tiene un humor muy particular y creo que está presente en lo que hacemos. Sobre la honestidad, nadie me lo había preguntado nunca, pero creo que sí; las juntas, los tornillos, los materiales e incluso el proceso constructivo, son aspectos que dejamos a la vista, intentando convertir los defectos en virtudes. No obstante, estos dos aspectos no siempre funcionan en proporciones iguales.
Con tu experiencia como docente, ¿Cómo ves el panorama del nuevo diseño en Barcelona?
Bueno, hay de todo. Es un momento muy difícil, seguramente mucho más de lo que lo era cuando nosotros comenzamos en el contexto postolímpico. Ahora hay muchas posibilidades, pero es una cuestión cuantitativa, no cualitativa. Aunque parezca una paradoja, en vez de dar múltiples facilidades, requiere un gran esfuerzo a la hora de elegir los objetivos y caminos. Se necesita más vocación y dedicación que nunca.
Estamos en un momento muy interesante y complicado. El espejismo de las redes, las carreras acortadas, los másteres posteriores, etc. Todo está muy dosificado. Parece que queramos una maduración demasiado rápida de los alumnos, que cada vez tienen menos tiempo para asentar unas bases sólidas.
¿Todo el mundo quiere ser un diseñador estrella?
Sí. Esta figura del diseñador estrella o marca es muy engañosa. Es un terreno de difícil acceso y que, además, no tiene por qué ser el objetivo de todo el mundo. No hace falta que todos montemos una Pop up o Start up. Se puede trabajar en un estudio, empresa o equipo y desarrollar un trabajo muy satisfactorio. Creo que a los alumnos a veces les faltan conocimientos sobre la realidad fuera de la academia.
¿Crees que se explica bien el trabajo que hacéis los diseñadores de aquí o quizá queda eclipsado por algunas grandes marcas?
Las grandes plataformas han acercado mucho a la gente la idea de simplificar la vida y los hogares. Por otro lado, han tenido el efecto colateral de que la mayoría de personas quiere pagar poco por una silla, por ejemplo. A pesar de que hacen ese trabajo democratizador del diseño, que es algo que compartimos muchos diseñadores, inevitablemente, la reacción es comparar precios de otras producciones de escala mucho más pequeña con las grandes cantidades que mueven otras marcas. Ocurre lo mismo con el terreno de la moda.
Por otro lado, fuera de aquí, empezando por Francia y hacia el norte, las pequeñas editoras de objetos, mobiliario o artesanía por ejemplo, son una realidad muy extendida. También existe público que demanda y aprecia esta tipología de productos.
¿Cuáles son tus referentes o de qué se compone tu imaginario a la hora de trabajar?
Me interesan los personajes que están al límite de sus disciplinas, que son difíciles de clasificar, normalmente autores del mundo del arte y la arquitectura o de la moda, como la fotógrafa Cindy Sherman o la escultora y terapeuta Lygia Clark o Gordon Matta-Clark y su «anarquitectura»… La lista sería muy larga. Siempre son perfiles ambiguos de los que me interesa su forma de ver las cosas.
¿Cómo es tu proceso de trabajo?
Creo que trabajo desde una conceptualización muy clara de cuál es la idea y la situación que debo abordar. No hago mucho dibujo hasta que no tengo una idea clara y esbozada en mente. Tengo que tener claro lo que quiero conseguir. Creo que sé visualizar bien de forma abstracta, y eso lo acompaño de listas de palabras y conceptos. Por último, empiezo a desarrollarlo físicamente. Me gusta trabajar con materiales diferentes, hacer un trabajo de exploración hacia diferentes lenguajes y ver sus diferentes potenciales.
¿Qué crees que no hace falta volver a diseñar?
Bueno, posiblemente hay muchísimas cosas que no hace falta volver a diseñar porque ya están bien resueltas. Pero, por otro lado, las cosas desaparecen y el diseño también tiene esa función recuperadora de elementos que ya no existen. No obstante, en un terreno más doméstico o cercano, siempre hay la voluntad de mejorar cosas que han sido bien resueltas. Siempre nos planteamos el reto de poder mejorar lo que nos rodea. Probablemente, los humanos somos los únicos animales que buscamos la perfección en las cosas que utilizamos y que nos rodean, simplemente por el placer de buscarla. Por otro lado, no haría falta diseñar cosas que destruyen el mundo…
De toda vuestra tarea multidisciplinaria, ¿hay algún terreno de los que trabajáis en el que te sientas más cómoda?
Nos gusta trabajar con diferentes escalas. La escala de producto es muy limitada en lo que a dimensiones se refiere, pero tiene un proceso muy largo hasta llegar al resultado final. Y el proceso es invisible para el usuario. En cambio, en el diseño de una exposición, la escala es mucho más grande, pero el resultado es el proceso prácticamente. Se ve cómo el discurso va creciendo. Traducir lo que el comisario quiere explicar es un trabajo muy diferente al de diseñar un objeto. Me gustaría poder combinar estas diferentes formas de trabajar.
En la nueva web hay una pestaña que todavía no está operativa pero que anuncia un apartado de tienda. ¿Habéis iniciado el camino de la autoedición?
Sí. Lo estamos empezando a explorar. Aunque es un terreno bastante complejo. Hay cuestiones de límite de precios por los que la gente se arriesga a hacer una compra en línea. Estamos estudiando cuáles serían los productos óptimos para hacer esta distribución digital.
La idea de una tienda propia, también física, o un showroom en el que poder exponer y vender nuestros productos, nos gusta, pero no es un objetivo inmediato. Sería un buen espacio para los productos que desarrollamos sin encargo o marca de destino, sólo por el placer de crear ese nuevo objeto, y la tienda propia sería un buen terreno en el que probar la acogida de este entre el público.
Queremos agradecer a Ana Mir el tiempo que nos ha dedicado para poder realizar esta entrevista. No os perdáis su intervención junto a Nani Marquina en el próximo Objecte de Desig, que tendrá lugar el día 5 de abril a las 19.00h en La Capell de Barcelona.
Entrevista, fotografía y textos equipo Slowkind
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