La diseñadora Gesa Hansen se traslada a las afueras de París.
Y el logro está en que ha conseguido respetar el espíritu centenario de la casona incorporando su estilo propio. Ambas almas se funden en armonía, creando un auténtico hogar.
La diseñadora se ha encargado personalmente de la remodelación y rediseño de este edificio del siglo XIX. Para ello ha contado, lógicamente, con algunas de las firmas con las que colabora, como Villeroy & Boch. Pero también ha dejado espacio para los elementos originales de la casa. Tanto los decorativos como los estructurales.
“Deliberadamente, combiné lo viejo y lo nuevo para desenterrar el alma de la casa”, ha explicado. La fachada, de piedra, y las ventanas se mantienen intactas. Lo mismo ocurre con las paredes y el suelo de la entrada. Mientras que en la planta superior las vigas de madera se convierten en protagonistas.
Las herraduras en forma de trébol, los letreros de madera con dibujos de flores en las puertas de las habitaciones y otros detalles ornamentales también forman parte del pasado de la vivienda, habitada ahora por la familia de la diseñadora.
Por otra parte, a los elementos originales se unen los nuevos materiales y muebles de estilo rústico, los cuales se distinguen de los primeros por sus líneas minimalistas.
Algunos espacios, sin embargo, cuentan con un aspecto más contemporáneo, en concordancia con el estilo personal de la alemana, afincada en París desde 2007 y conocida por sus muebles hechos a mano de estilo nórdico.
Es el caso del baño para invitados. El azul pastel se apodera del espacio para superar la frialdad y la dureza de la cerámica”, opina. Si bien considera que las formas geométricas de los mosaicos son una “representación perfecta del minimalismo”.
Por supuesto en este espacio no podía faltar el lavabo cuadrado Artis en el tono Fog, que es parte del concepto de color Gesa Hansen creado exclusivamente para la marca de cerámica alemana.
El baño principal, por su parte, sigue un diseño más clásico, influenciado por el estilo primitivo de la casa, si bien adquiere un carácter atemporal con elementos como la bañera ovalada y los lavabos Hommage incrustados en un panel de hormigón.
Este espacio es de los pocos donde la presencia de un tono oscuro gana terreno. El resto de la vivienda destaca por el uso de colores claros, especialmente el azul, los cuales amplían la sensación de luminosidad.
La combinación de lo tradicional y moderno se aplica en cualquier rincón y detalle. Igual que los contrastes de cualquier estilo. Como la chimenea de ladrillos que descansa sobre las paredes con molduras del salón.
Vida de campo
La naturaleza, por su parte, se cuela en el interior de una edificación robusta. Lo hace de manera estudiada a través de las plantas y los motivos florales de la decoración, como el tapiz que adorna una de las paredes. Y para disfrutar del paisaje en esta casa de campo, sólo hay que abrir las ventanas.
Todo en su conjunto proporciona sensación de hogar. Aunque en este caso no sólo por la calidez y el confort natural que desprende el interiorismo sino por cómo vive la propietaria en esta casa. Filosofía slow-life en estado puro, con la vajilla Old Luxembourg de Villeroy incluida. “Se trata de vivir más conscientemente, tomarse el tiempo, tanto para los demás como para ti mismo”, explica.
“Esta casa y su entorno me ayudan a inspirarme y a encontrarme a mí misma”.
Fotografías: Villeroy & Boch