Luz y color invaden el Castillo de Garcimuñoz, en Cuenca.
Originalmente, los arquitectos se encontraron con una construcción formada por multitud de capas y fragmentos incompletos. Un estado resultado de las múltiples circunstancias históricas, sociales y culturales, para el que ellos proponen un sistema orográfico. Pequeñas intervenciones arquitectónicas que ayudan a comprender el intrincado legado histórico del edificio.
El proyecto introduce estrategias y materiales que separan las distintas épocas históricas del edificio. Elementos como la pasarela, que junto al muro norte separa la arquitectura defensiva del siglo XV de la palaciega del XVI; o la plataforma central, situada entre los restos de una fortificación anterior y los del castillo tardomedieval.
Completamente reversible, la intervención incorpora elementos que pueden ser transportados por dos personas y fácilmente desmantelados. «Más que una nueva construcción, hemos ‘adherido’ mobiliario al inmueble», explica la arquitecta. Una estrategia que no sólo permite la incorporación de nuevos usos, sino que además facilita las futuras actualizaciones del equipamiento.
Una apuesta por la sostenibilidad
La sostenibilidad juega un papel fundamental en el proyecto, condicionado por los escasos recursos disponibles y un flujo de visitantes estacional. Una situación de la que deriva la minimización del área que requiere aporte energético y la adaptación de los usos a lo largo del año.
Con 2.000 metros cuadrados, la mayor parte del espacio útil permanecerá abierto durante las temporadas de buena climatología. En invierno, la mayoría de la superficie desaparece y sólo se usan entre 200 y 250 metros cuadrados.
Para adecuar el edificio a las grandes variaciones estacionales, se ha optado por el uso de técnicas bioclimáticas. Entre ellas, la plataforma de dos capas –de vidrio y metálica– que cubre las ruinas de una antigua fortificación y aprovecha el efecto invernadero en invierno. Chimeneas solares sobre ella minimizan el calor en verano, funcionando además como expositores museográficos en el nivel superior.
El carácter bioclimático del edificio hace que el mantenimiento sea muy barato. El acero galvanizado, la eliminación de las uniones soldadas y los tratamientos superficiales para garantizar la respiración y longevidad de los materiales minimizan los gastos.
Fotografía: Imagen Subliminal (Miguel de Guzmán y Rocío Romero)