Samaná, revive el ritual del café.
El diseñador mejicano José Bermúdez y los diseñadores colombianos Vrokka y Fango Studio han creado una colección de utensilios para la preparación del café, fusionando ambas culturas.
Vinculación con la cultura cafetera
La colección está formada por siete piezas y se divide en dos partes. La primera, un contenedor en madera de fresno. Que se inspira en la forma de las cajas utilizadas por los cafeteros al seleccionar los granos de café.
Este contenedor reposa sobre una estructura de varilla de acero que le da la altura de encimera. Dicha altura está inspirada en las cantinas mejicanas, punto de encuentro donde se preparan algunas bebidas y se habla en torno al café.
El interior está recubierto con cuero marrón, el mismo material que se utiliza en los tiradores que facilitan su apertura. La tapa está hecha de acero, para servir como espacio de trabajo para la preparación del café.
El cuero utilizado en la base del contenedor también sirve para proteger los recipientes cerámicos que complementan Samaná.
La delicadeza de los detalles
Los accesorios tienen como objetivo generar un ritual a través de cada pieza, asumiendo la importancia de preparar el café tradicionalmente.
Esta segunda parte la forman cucharas medidoras, tazas y recipientes para guardar el grano, platos y un portafiltros cónico.
Los materiales empleados para el diseño de estos accesorios son: el roble para dar una textura amable y calidez a cada pieza y la cerámica en tono neutro: acabada mediante un proceso de esmaltado oscuro dando un toque único a cada pieza.
La colección Samaná nace de la experimentación de Francisco Jamarillo (Fango Studio) con el café para sellar la cerámica. El diseñador descubrió que el café daba una tonalidad diferente y podía combinarse con la madera y el cuero. De esta asociación nació la colaboración entre José Bermúdez, Vrokka y Fango Studio dando vida a este proyecto que combina funcionalidad y belleza.
Samaná toma su nombre de la región productora de café que hay entre las ciudades de Bogotá y Medellín. Lejos de la ultima moda “fancy” en torno a las cafeterías, este proyecto une diseño, tradición y toda una experiencia sensorial.