Un gimnasio en la oficina.
Los propietarios de Inteltion acudieron a Onion con una idea muy clara. Querían un espacio de trabajo dinámico y cambiante, que diera respuesta a su forma de trabajo. Una empresa joven, en la que la mayoría de sus empleados trabajan desde las oficinas de los propios clientes. «Los trabajadores pasan muy poco tiempo en la oficina, sólo mientras esperan a que les sea asignado un nuevo proyecto», señalan los arquitectos, que han diseñado un espacio versátil, que sin puestos de trabajo fijos da una solución a las necesidades de sus inquilinos.
La salud en el trabajo
A partir de una filosofía que apuesta por la buena salud en el trabajo, los arquitectos han creado un espacio que fomenta el cambio de postura corporal y donde el deporte es fundamental. Un entorno lúdico, inspirado en los ejercicios de estiramiento que los tailandeses practican en los parques públicos de Bangkok, donde sus trabajadores pueden entrenar organizar reuniones con los clientes, entrevistar a los nuevos empleados y, por supuesto, socializar. Un rincón donde ejercitar mente y cuerpo.
Un tubo de hierro blanco como hilo conductor
Diseñadas por los arquitectos, las instalaciones de entrenamiento se organizan por áreas según el grado de dificultad. Unificando el espacio, una estructura de hierro continua de color blanco recorre todo un espacio mientras cambia su función. Como pasamanos a la entrada, estructura de asientos y mesas en el centro y barra de ejercicios al fondo.
Cualquier excusa es buena para descargar adrenalina. Además de las barras de estiramiento y anillas, los trabajadores pueden desahogarse contra el saco de boxeo que cuelga junto a ellas. Vistas y pintadas también en color blanco, las instalaciones del techo pasan desapercibidas y se confunden con la estructura de entrenamiento.
Originales manillas esféricas en los armarios de las salas de trabajo permiten a los trabajadores realizar estiramientos en cualquier momento.
Incluso la sala de reuniones, un espacio a priori serio y convencional, incorpora aquí un toque lúdico. La mesa de reuniones puede transformase en una de ping-pong, con cajas llenas de pelotas sobre ella a modo de lámparas.
Las pelotas de ping-pong son también protagonistas de una de las paredes de la sala. Atravesadas por barras, son empleadas por los trabajadores para apuntar la puntuación de cada partida.
Como no, tras el deporte llega el merecido momento de descanso. Sobre los archivadores móviles se ha dispuesto una plataforma elevada y llena de almohadones, que ofrece a los empleados un rincón donde desconectar.
El director no podía ser menos, y su despacho alberga una versión gigante del juego Othello sobre una pared imantada.
Fotografía: Wworkspace