Casa em Alfama, la ruina recuperada.
El estudio portugués Matos Gameiro arquitectos es el autor de otro de los proyectos seleccionados para los premios FAD de este año, bautizado como la Casa em Alfama. Una intervención en un pequeño ancho en lo alto de Alfama, uno de los barrios más tradicionales de la Lisboa antigua, junto al Monasterio de San Vicente de Fora y del Panteón Nacional, con la que los arquitectos recuperan uno de los edificios limítrofes, de origen medieval.
Resultado de la división de un conjunto palacial, aún existente, el edificio fue objeto de muchas alteraciones a lo largo del tiempo, que multiplicaron las divisiones internas y ocuparon los patios originales. Un proceso que los arquitectos tratan en cierto modo de ‘revertir’, devolviendo a la construcción su lógica y argumento original, y reforzando su sentido más intrínseco.
La casa organiza el programa en torno a los intervalos que definen los patios, que convertidos en cuatro espacios exteriores e intercalados, ofrecen angostos espacios ‘de abrigo’.
El carácter ‘deshecho’ del conjunto hace referencia a la idea de ruina, y la intervención combina celdas habitables con otras vacías que dan forma a los patios, convertidos en «salones exteriores que han sido destituidos de su función más inmediata», explican los arquitectos.
Un gran patio da acceso a la casa, que organizada en tres plantas vuelca sus espacios a los vacios generados entre los volúmenes que la configuran. Mucho mayor que las superiores, la baja alberga los espacios vivideros (cocina y estar) y de servicio.
A través de una escalera de caracol se accede a las plantas superiores, que albergan los dormitorios y sus correspondientes baños, además de una azotea en la terraza.
Teñido de blanco, todo el interior disfruta de abundante luz natural, en un interesante juego de luces y sombras que genera un escenario casi teatral.
El agua inunda una de las salas exteriores, que convertida en piscina cierra un ciclo del laberinto de conexiones.
Fotografías color: Daniel Malhão © DMF
Fotografías blanco y negro: Ana Isabel Santos