Rayas, luz y color para la experiencia culinaria de Maná 75º.
El estudio de arquitectura e interiorismo supo interpretar desde un principio el tipo de establecimiento que querían sus clientes. Propietarios de otro restaurante especializado en arroces en Calafell (Tarragona), ahora buscaban dar el salto a la ciudad de Barcelona y crear un local que funcionara todo el año, en una localización excepcional por su cercanía a la playa y a otros edificios tan emblemáticos como el W Hotel, una zona de ocio y paseo obligada para locales y turistas.
Crear ambiente con la distribución
El local resultante transmite positivismo, color, disfrute, aires mediterráneos e invita a compartir la experiencia culinaria con amigos o en familia, en petit comité o en grupo. La calidad de la propuesta gastronómica, las paellas, es protagonista. El espacio, diáfano, de gran formato y con tres fachadas acristaladas, supuso todo un reto para la distribución. El interiorismo que se buscaba debía, por tanto aportar confort y calidez, pero también frescura, informalidad controlada y un ambiente armónico y elegante.
La circulación por el espacio comienza por la recepción y chill out. Se trata de un espacio más relajado, visible desde la calle y que sirve de reclamo. Consta de un mueble de recepción, una pequeña barra que puede dar servicio a clientes y camareros, y una zona chill out donde los clientes pueden esperar o tomar algo más ligero, con mesas bajas y bancos tapizados con telas de rayas de distintos colores, acompañados de pufs, también tapizados en diferentes estampados.
El espacio de comedor está trabajado con un largo banco perimetral que se ha ido “rompiendo” para crear grupos, Esta zona perimetral permite agrupar a las personas cerca de la luz de las ventanas. La luz llega tamizada por unas celosías móviles que filtran la luz, con un trenzado -estilo Cannage- que recuerda al de las clásicas sillas de mimbre. También se han colgado unas estanterías metálicas fijas para apoyar elementos de attrezzo, como velas o jarrones, que aportan calidez al espacio.
El recurso aéreo del techo
Para aportar confort a un espacio tan grande y único, se conformó este banco que recorre la fachada. También, se trató el techo de manera heterogénea, cubriéndolo con lonas colgadas de diferentes tejidos y colores. Rayas marineras muy de la Barceloneta, estampados alegres, una mezcla intencionadamente profusa. Los tejidos menguan el techo en relación a la zona central, al tiempo que ayudan a ensordecer el ruido ambiental. El trabajo perimetral también acota todo el espacio y aporta espectacularidad, jugando a una cierta intimidad sin perder circulación de luz natural.
El techo es de hormigón visto, en blanco, con instalaciones vistas y con un juego de círculos en diferentes alturas y materiales: de esparto y espejados, para aportar profundidad. La geometría circular remite a las paellas, hasta convertirla en un recurso de diseño.
Cocina-barra
Desde el salón, las vistas se centran en la barra elevada donde se cocinan hasta 18 paellas al mismo tiempo. El comensal puede ver a los cocineros en acción, y viceversa, ellos tienen la posibilidad de cerciorarse del nivel de satisfacción del comensal. La gran altura de la barra -desde la perspectiva del salón-, facilita la recogida de las paellas a los camareros, que las colocan a la altura de sus hombros para transportarlas mejor hasta las mesas.
La zona de cocina actúa de punto de atención, como escenario. Vista desde la zona del cliente, se mantiene una trazada continua: esta barra, de 20 metros de largo, se forra de tablones de madera de roble pintados en distintos colores, cortados a la altura de los respaldos de las sillas, para integrarlos al máximo en la decoración del salón.
Bajo la barra también se ha habilitado una estantería de almacenaje, como apoyo para los camareros. La parte alta de la barra, de hormigón, cuenta con una bandeja técnica, con todos los quemadores/paelleros arriba. La cocina está provista de unas enormes campanas que aspiran el olor para que éste no invada el salón. Todo el trabajo de preparación en la cocina, o almacenaje, queda así a la vista del comensal.
Jugar con la luz
Además de la modulación de la luz natural, gracias a las celosías perimetrales, durante la noche se apuesta por una la iluminación puntual, cálida, acompañada de velas colocadas en bandejas metálicas colgantes, aportan una luz festiva, elegante y muy mediterránea.
Estos cilindros de iluminación puntual sobre las mesas perimetrales se han realizado a medida con un sistema de varillas que permite desplazar las luminarias horizontalmente, para que, en caso de mover las mesas, sigan iluminando el centro.
Fotografías de Meritxell Arjalaguer.
Maná 75º
Passeig de Joan de Borbó, 101
08039 Barcelona
