Robata, el restaurante que nos lleva al Japón más moderno.
Situado en el corazón del Eixample barcelonés, el Robata es urbano y exuda un ligero acento occidental. Pero al mismo tiempo tiene alma y es acogedor. De hecho, Fabiola hace referencia a un término japonés que resume su intención para con los clientes: omotenashi, el valor de la hospitalidad.
Bajo un halo de elegancia, la decoración se inspira en los Izakaya, los bares que proliferan en las ciudades japonesas. Ahora bien, siempre con una interpretación personal. Por este motivo, el almacén, con sus estanterías de estructura de andamio, forma parte del restaurante.
Por otra parte estamos ante un interiorismo que refleja la determinación y la vocación de la chef venezolana – formada en Japón y en EEUU y de las pocas en el mundo con el certificado oficial del Sushi Skills Institute y el All Japan Sushi Association – y de Ricardo Figuera, el encargado de que todas las piezas encajen.
El resultado es un espacio que busca el perfeccionismo y una declaración de amor a los detalles. Detalles que parecen conectarse por un hilo invisible que les da un sentido. Al igual que la cocina de Fabiola, que se distingue por platos con pocos elementos pero bien armonizados, meticulosos en su elaboración y servidos con mimo. El objetivo de la carta y el ambiente es el mismo: el disfrute de los comensales.
Por supuesto todo ha sido seleccionado y pensado por los propietarios: desde la distribución hasta la vajilla de Osaka, pasando por la bienvenida cálida y educada con la que reciben a los clientes.
El local se despliega en forma de ele y cuenta con varios ambientes que dejan la cocina a la vista al final del alargado y estrecho pasillo. Antes, y de manera secuencial, nos topamos tras la entrada con el Salón Granados (en referencia a la calle donde se sitúa una de sus fachadas). Luego viene el Almacén, el Patio, el Izakaya (el salón con mayores referencias a las tabernas japonesas) y el Mercado.
Si bien cada uno de ellos concentra una serie de elementos determinados, en general forman una constelación que aúna tradición y modernidad. Ahí está, por ejemplo, las cuadrículas de cerámica de la entrada o lámparas en madera con hilos urdidos. Luego está la sensación de calidez hogareña que proporcionan los estampados florales y las alacenas llenas de cuencos y jarrones. En el mobiliario, por su parte, abundan las piezas de corte contemporáneo. El espacio también se distingue por el ambiente íntimo que proporcionan elementos como las bancadas acolchadas y la sugerente luz tenue.
Por cierto, teniendo en cuenta que el restaurante está ubicado en uno de los cruces más atractivos de la ciudad, en Enric Granados con Mallorca, el Robata es desde ya un nuevo hotspot en el Eixample. Y no sólo por sus Yaki Oniguiri (triángulos de arroz hechos en el grill) o las Lotus Chips.
Robata
Enric Granados, 55
Barcelona