Sergi Pons transforma un bajo en una luminosa vivienda.
Y lo más singular es que lo de incorporar un elemento de la construcción original fue algo que se encontró a medida que avanzaba en el estudio del proyecto. De modo que fue una agradable sorpresa que le permitió aplicar su receta mágica de manera natural. Se trata de una bóveda catalana hecha en cerámica que, además, le da toda la personalidad a la casa.
Una personalidad que pasa por mezclar un estilo rústico y uno contemporáneo fundiéndose en una original vivienda por su distribución y en la que su gran luminosidad hace difícil creer que estemos ante una planta baja.
Situado en Sarrià, un barrio de la zona alta de Barcelona. La planta baja está datada del año 1930 y durante muchos años fue un local muy conocido en la zona ya que se dedicaba a vender chucherías.
El espacio estaba en muy mal estado antes de la reforma pero parece ser que todavía desprendía una dulzura que conquistó a una pareja que quiso reconvertir un lugar tan especial en una casa.
El descubrimiento de la preciosa bóveda tras el falso techo fue ya la golosina que les hizo apostar por el proyecto pues le aporta una calidez que le permite gozar del título de hogar confortable. Lo complementan detalles como algunas puertas hechas de pino o mobiliario de estilo más rústico como la mesa del salón.
Como decíamos, la distribución de la casa es muy particular. Con una planta bastante longitudinal, el acceso a la calle da pie al recibidor y al dormitorio principal. Luego, a través de un pequeño pasillo, llegamos a una gran estancia que acoge la cocina, el comedor y el salón bajo el techo abovedado. A continuación, separada por unos mínimos tabiques pero en contacto visual con el salón, le sigue una galería-estudio de lectura que da ya al patio posterior y el jardín. La casa se completa con otras dos habitaciones. Una de ellas también da al patio.
Ante un espacio de estas características – la zona pública sólo obtiene luz a través del ventanal que da al patio – ¿cómo han conseguido una luminosidad tan grande? Primero apostando por la paredes blancas (una de las señas de Pons) y luego eligiendo suelos de parqué en colores claros, mobiliario blanco y de madera (otro de sus must have) y tejidos en colores suaves dentro de una paleta de tonalidades tierra. Por supuesto, el ventanal ocupa toda la fachada para aprovechar al máximo la entrada de luz solar.
Las combinaciones de diferentes materiales también son marca del diseñador, creando unos juegos muy interesantes, como los que aquí crean la madera natural con la geometría de los estampados y los mosaicos hidráulicos del suelo. Más ejemplos: los muebles modernos con piezas rusticas o recicladas, como la mesa del comedor, que recuerda a los palés de madera. O la convivencia de la bóveda en el techo con obras de arte modernas apoyadas en las paredes y suelos.
El estilo del baño es la pieza de la casa con un estilo rústico en las paredes y los suelos, éstos de nuevo de mosaico.
Por último, el terreno del jardín presentaba un desnivel respecto a la vivienda que se ha salvado con una escalera de madera. Destaca su mimosa centenaria, con sus amarillas flores que alegran el mes de febrero.
Fotografías: Adrià Goula