Barbara Aurell le da un giro al estilo neorural en esta casa de campo.
La casa ha sido diseñada por los arquitectos Borrell Jover, buscando el máximo aprovechamiento de la luz y del entorno, privilegiado en la comarca catalana. La madera de pino protagoniza el exterior, remarcando el uso de materiales naturales para no desentonar con el paisaje. Este revestimiento exterior no es el usual en la zona, salpicada de antiguas casas de piedra.
El interior mantiene el uso de los materiales para generar continuidad en el diseño. Las paredes y techos se han forrado de la misma manera, mientras que los suelos son de hormigón. Sencillez como bandera para dar protagonismo a la distribución. Pero algunos toques sorprendentes le dan un carácter muy especial a la casa: algún brillo, luminarias muy contemporáneas, colores grises y detalles casi industriales hacen que la decoración huya del estilo neorural forzado y poco creíble, a veces habitual en las segundas residencias de comarcas como ésta.
La planta baja de la casa acoge la cocina, centro de reuniones que conecta con comedor y salón. Un moderno espacio abierto que mira a la comarca gracias a la colocación de típicas baldosas de barro del Empordà, en color mostaza. La circulación la marca una isla como centro de la estancia. En esta zona de la casa, se ve ya claramente la mezcla de elementos tradicionales del campo con otros más urbanos.
El comedor ocupa la doble altura de la vivienda. Su elemento principal es una mesa orgánica y natural, diseñada por Bárbara Aurell y realizada por Amato Sole con la ayuda de Ramón Soler. La iluminación corre a cargo de Tom Dixon, en su colección vintage. Aquí llega el punto ‘sesentero’ gracias al diseñador inglés.
El salón pivota alrededor de la chimenea de hierro, funcional y decorativa al tiempo. Colores suaves, guiños hacia el Mediterráneo y telas de lino y colores naturales que respiran aire de campo cuidado sin descuidar la practicidad y comodidad. En el suelo, una alfombra a medida realizada por Jordi Batlle, espartero de la Bisbal.
La planta superior viene marcada por un pasillo que participa de la doble altura, uniendo todas las estancias y con vistas al comedor. Es largo y estrecho, pero cuenta con un forro de maderas donde se esconden armarios de servicio con mucha profundidad. Da acceso a las habitaciones de la familia.
La suite principal goza de unas impresionantes vistas. El capricho del cliente fue tener una ducha exterior de tubos de hierro. Además, la tradición de la zona está presente y combinada de nuevo con elementos más atrevidos.
La habitación de las niñas es de doble altura: una zona de dormir a la que se accede desde el pasillo, por la escalera de hierro se baja al piso de abajo y tiene zona de estar. Tiene acceso directo al jardín.
La casa cuenta con una habitación de invitados en la que la madera de nuevo es el elemento predominante.
No podía faltar tampoco la piscina, ideal para los días de verano. Su diseño recuerda a una balsa, en tono claro. Lo que más destaca es la plataforma con unas colchonetas forradas en toalla. Detrás se encuentra también el huerto.