Las nuevas oficinas de la editorial Gustavo Gili.
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El espacio estaba ya acondicionado para ser usado como oficina, y se alquiló listo para su uso. Pero el equipo de diseño encabezado por Stefano Colli se encontró con una carencia fundamental: era un lugar sin carácter, vacío de identidad. Por ello, se decidió optimizar los recursos disponibles, realizando un proyecto de equipamiento, más que de interiorismo.
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La idea de partida fue diseñar un sistema de mobiliario a medida, y pintar todo en un único color: un tono neutro que proporcionase un toque industrial que rompiera con la idea tradicional y monótona de oficina.
El mobiliario se ha basado en dos tipos de mesas, realizadas en contrachapado de abedul revestido de linóleo. Hay islas de trabajo para dos puestos y mesas corridas a pared, ambas equipadas con estantes superiores.
Además, se pueden encontrar algunos de los más famosos diseños históricos de Barcelona, como las lámparas Cesta y TMM diseñadas por Miguel Milá para Santa & Cole, la Disa de Coderch, algunas de las más conocidas creaciones de Marset o la silla BKF. También otra famosa pieza como la lámpara Taraxacum de Achille Castiglioni para Flos.
Los puestos de trabajo se complementan con librerías de varios tamaños diseñadas con estructuras de tubo redondo de hierro y estantes obtenidos cortando perfiles U Glass estándar. Al fin y al cabo, los libros son los definitivos protagonistas de Gustavo Gili.
En palabras de Colli, «El proyecto se limita a añadir algo de valor al lugar. Algo de historia, la de la casa. No convenía un espacio moderno, sino un espacio de siempre.» Unas oficinas hechas para durar, y para trabajar disfrutando.
Fotografía: Nil Calvarons