Can Valls, estudio para una artista en Mallorca.
El equipo de arquitectura Munarq, afincado en Mallorca, ha rehabilitado una antigua casa de campo en Marratxí, convirtiéndola en un estudio para una pintora.
En un solar donde la antigua casa rural existente había sido absorbida por la urbanización de chalets adosados en las afueras del pueblo, se encuentra este pequeño estudio con vistas a los campos de trigo y sus balas de paja en verano.
Un emplazamiento ideal para una pintora, que se mudaba de estudio buscando la tranquilidad que le proporciona este nuevo espacio: aire, vegetación y silencio.
Los requerimientos principales eran disponer de dos grandes espacios (de exposición y el taller), paredes libres y altas para colgar obra, luz natural con ventanas a norte y privacidad visual en las zonas de trabajo.
Los arquitectos contaban con 230m2, dos plantas muy bajas con muros de tierra y paja que se encontraban bastante deterioradas por el paso del tiempo, y engullidas por la vegetación.
Se decidieron por conservar todo el volumen antiguo existente, y aumentar la edificación con un nuevo espacio que se dedica a una sala multifuncional de exposición y abierta para dar cabida al espacio de taller. A éste se le da un estilo industrial con vigas y bovedilla de hormigón y techos muy altos. Un andamio separa el espacio, así como sirve de mueble y despacho de la artista.
Este nuevo volumen se hace de muros de piedra seca, tradicional de baleares, y cierra el jardín exterior formando un pequeño patio con terraza a sur, al que se le adosa una pérgola de cañizo.
Se crea una nueva puerta de entrada en la fachada norte que se conecta a la calle sin cerramiento en el límite del solar aportando un espacio urbano diferente y ajardinado.
En el jardín se conserva la cisterna, que sirve para regar el huerto, así como se poda la mata exuberante de higos chumbos existente de la entrada.
Interiormente se realiza un vaciado de forjados y distribuciones para dotar de doble altura al espacio expositivo y la entrada, y se conecta con las cubiertas adyacentes, que antes eran gallineros exteriores, para organizar la cocina y la sala norte.
Los arquitectos deciden respetar las ventanas pequeñas y altas que dan vistas al cielo y entregan luz zenital. Los peldaños de la escalera que sube al altillo son porciones de vigas de madera que se han reutilizado de la demolición de las cubiertas.
El pavimento es de hormigón pulido en todas las estancias y las vigas de madera de pino y de abeto laminado. Un tipo de construcción muy barata para una reforma sin pretensiones, pero con estilo y respeto por el lugar y lo existente.
Fotografia de Gonçal Garcia.