La sede soviética de Telégrafos de Moscú. 80 años de abandono esperando su renacer.
Su autor fue el arquitecto Ivan Rerberg. Uno de los pioneros en la construcción con hormigón armado en Moscú. El edificio data de 1927 y tiene un estilo inusual, a caballo entre el modernismo y el constructivismo. Su sorprendente geometría y amplio acristalamiento lo distinguen de su entorno, de estilo estalinista.
El espacio objeto del proyecto se utilizaba originalmente para enviar y recibir telegramas de cable y proporcionar otros servicios de telecomunicación analógica. En ese momento la sala estaba llena de equipos generando calor, y ésa es una de las razones por las que su techo posea una altura de siete metros. De esta manera se permitía que el vapor caliente se elevara para ser conducido hacia el exterior a través de unos grandes ventiladores.
Antes de la renovación para la empresa tecnológica Dream Industries, sus nuevos habitantes, este edificio permaneció en un estado de abandono durante numerosos años. Los arquitectos se enfrentaban a un proyecto de restauración del espacio, más que de renovación. El interior no contaba con muros divisorios. Sólo con dos filas de columnas situadas en el centro, entre los enormes ventanales.
Tras ochenta años de abandono, las ventanas se encontraban muy deterioradas. Sus marcos estaban cubiertos con varias capas de pintura. Y sus vidrios estaban tapados con papel. Al iniciar la restauración se descubrió que sus marcos eran de madera de alerce rojo-amarillo, con excelentes bisagras y picaportes metálicos.
El objetivo del proyecto fue desnudar al espacio de todo lo superfluo, para que regresara de nuevo a su estado inicial de 1927. Los muros de ladrillo, las columnas de hormigón, el techo con restos de encofrado de madera de los años veinte, y los marcos de madera con 80 años de antigüedad hacen por sí solos referencia de una manera elocuente a la historia del edificio. El trabajo de los arquitectos se redujo a no deteriorar nada.
Espacio multifuncional
El espacio está dividido en varias zonas. La primera, adyacente a la entrada, es un área destinada a la celebración de seminarios educativos, conferencias, presentaciones, hackathons y otras actividades públicas. Se añadieron unas cortinas realizadas con un tejido con propiedades de absorción. Así se mejoró la acústica de la sala. Que tiene capacidad para albergar hasta 500 personas.
Junto a ella, se encuentra kiosk. Una construcción sencilla de vidrio y metal. Por uno de sus lados funciona como una mini-cafetería. Que se abre hacia el gran espacio.
Por el otro, es una sala de reuniones transparente. Con su propia entrada independiente.
El espacio del fondo está reservado para una zona de trabajo. Un coworking de 500 m2 que cuenta con 100 puestos.
Está separada de otras áreas por un cerramiento de vidrio.
La flexibilidad ha sido una de las claves a la hora de plantear su diseño. Ésa es la razón por la que gran parte de sus elementos tienen ruedas y se componen de módulos desmontables.
Dependiendo de las necesidades de los equipos, el espacio se puede transformar y adoptar las formas necesarias para una cooperación fructífera.