Lo industrial y lo fresco se mezclan en el local barcelonés Buenas Migas de Víctor Hernández Garrido.
Para ello, el arquitecto forjó como premisa principal conectar al máximo el local espacialmente, dándole a la luz natural la tarea de ser el elemento unificador de todas las zonas. Así, se ha aprovechado la irregularidad de la planta como ventaja: ello permite al cliente disfrutar de visuales de prácticamente todo el espacio, esté en el punto que esté. Contrastando con esta uniformidad espacial se ha trabajado también con la diferencia de niveles, tanto del suelo como del techo, formando así una fusión de tres ambientes con carácteres diferentes. Ello contribuye a que todos se enriquezcan mútuamente.
Desde el acceso se puede ver como todos los ambientes dialogan entre sí. Una mesa comunitaria de madera de estilo rústico da la bienvenida al local y conduce a la zona de atención al público, donde el falso techo se ha rebajado en altura y se tiñe de un color cálido oscuro para dar al visitante una sensación más acogedora y confortable. Esta zona está delimitada por unas vitrinas de vidrio y estructura de latón, establecida bajo una línea de lámparas Bufferlamp de Pols Potten, haciendo de este espacio la imagen insignia del local, que Buenas Migas traslada a todos sus establecimientos.
El núcleo del local está recogido entre dos bancos continuos distanciados y contrapuestos, ofreciendo fluidez de distribución y de recorridos, así como una mayor transparencia desde el exterior al interior, pudiendo acceder visualmente a todo el local desde la calle. En este espacio caen suspendidas desde el alto techo unas lámparas de origami que otorgan a cada una de las mesas una atmósfera singular. Estas lámparas Bell Origami de papel están hechas a mano, enfatizando de esta manera el carácter “handmade” de esta cadena de establecimientos. La sencillez del material que las conforma las convierte en elementos activos dentro del local, ya que su aspecto varía en función de la luz natural que incida sobre ellas.
La distribución de todo el local se desarrolla con una misma base, las sillas Gradisca de Billiani. Estos elementos proporcionan un hilo homogéneo que une los distintos ambientes. En el caso de la mesa central, unas sillas recuperadas son las encargadas de dar más personalidad a este punto.
Alterando la cota del suelo del local se conforma el tercer ambiente, al que se accede mediante una escalera del mismo material que la nueva cota, hormigón sin pulir. Este elemento, junto con la pared de ladrillo original de la finca, aporta un aire industrial y fresco a este volumen. En el nexo de unión de estos ambientes se utiliza otra pieza característica del mobiliario de estos establecimientos, las butacas Torres Clavé, de Mobles 114. Ellas crean en esta zona un mirador volcado; aquí es posible asomarse al resto del local a través de una barandilla de estilo constructivista.
En este volumen, unos apliques ballesta de aluminio sobre la pared acentúan este estilo industrial, además de contrastar la propia textura del ladrillo. Por su parte, un banco continuo en “L” sirve de contrapunto a lo industrial en este ambiente. Lo hace a través de su dibujo en espiga, de diferentes maderas recuperadas.
La idea del proyecto de difuminar el límite entre exterior e interior del local cristaliza cuando las aberturas de los arcos laterales se abren completamente. Se han diseñado para que, cuando se desee, puedan plegarse y prácticamente desaparecer.
Más info:
Buenas Migas Balmes, 470 (Plaza Kennedy) 08022 Barcelona T 93.002.34.49 www.buenasmigas.comVíctor Hernández Roger de Llúria 53, Ático 2ª Barcelona Tel. 93 532 53 68