OAB diseña una nueva experiencia culinaria en Barcelona.
Sergio y Javier Torres acudieron a OAB con una ambiciosa premisa: no querían un restaurante con cocina, sino una cocina con restaurante. Tras adquirir una nave industrial en el barrio barcelonés de Les Corts comenzó un proyecto que nace de la voluntad de diluir las líneas divisorias que normalmente definen los restaurantes tradicionales.
Un restaurante ‘cocina’
A partir de la tendencia de muchos de los restaurantes de vanguardia, que cada vez otorgan un mayor protagonismo a la cocina, este proyecto da un paso más. La cocina no sólo es el elemento central de la intervención, sino que además la envuelve: el restaurante es la cocina.
Epicentro del restaurante, la cocina permite a los clientes disfrutar de un espectáculo mientras cenan. Testigos de la elaboración de los platos que degustarán, estos tienen la sensación de estar en un plató de televisión o en un moderno teatro. Además, la disolución de las líneas que tradicionalmente separan comedor y cocina permite una relación directa entre comensales y chefs.
Con vistas privilegiadas sobre «tres pianos» (lugar donde se elaboran y culminan los últimos pasos de cada plato), el visitante –espectador, comensal y protagonista, según el momento–, se ve rodeado de cocinas y espacios relacionados con la experiencia culinaria. Con la bodega, la pastelería y las 3 cocinas de preparación (carnes, pescados y frutas-verduras) ocupando tres de las fachadas interiores, la cuarta se reviste de cristal. Tras ella y a la vista de los comensales, los hermanos Torres realizan experimentos y pruebas para alcanzar nuevas creaciones.
Para un perfecto funcionamiento de las cocinas, tras ellas se ha proyectado un espacio de circulación oculto que comunica todas las estancias. De esta forma se logra que la nueva distribución funcione de forma coherente y eficaz.
De igual forma, se ha respetado el clásico concepto de antesala o atrio representado en la zona del Bar. Al acceder a la nave un primer espacio funciona como un filtro tras el cual se oculta la sorpresa. Junto al guardarropa, éste se convierte en la antesala perfecta donde un reputado mixólogo prepara un cocktail a los invitados.
Sofisticada estética industrial
El espacio industrial original se respeta, lleno de materiales y texturas que suavizan su apariencia. Se genera así una sensación ambigua y una estética a medio camino entre un espacio frío y de grandes proporciones, y un entorno agradable, cálido y acogedor. Las mesas con manteles, las sillas acolchadas y algunas alfombras, suavizan, aportan confort y ayudan a controlar la acústica de la sala.
El pavimento cerámico se inspira en las cocinas tradicionales. En este caso se ha elegido una pieza de especial formato de Roca, diseñada especialmente para el restaurante. Un suelo continuo, tanto en las zonas nobles como en las del personal, con el que se hace especial hincapié en el carácter unitario de la intervención.
Sólo los baños rompen con esta continuidad al revestir sus suelos con madera de Iroko. Su carácter cálido aporta un mayor confort y genera un ambiente contrario al del espacio central. Una estética más propia del camarote de un barco que de una gran nave industrial.
Una decoración reducida a la mínima expresión
Con el comensal, el cocinero y los platos como principales protagonistas, la intervención reduce la decoración al mínimo posible. Sólo un único elemento decorativo y de gran dimensión cubre toda una pared lateral. Una gran cortina negra y dorada, que se retro-ilumina y juega con la luz de forma mágica.
El telón de fondo negro que envuelve el local potencia el blanco de los platos, el mantel y los uniformes de los cocineros, permitiendo además iluminar sólo lo que realmente interesa. Planos acristalados completan una escenografía llena de reflejos, que los hermanos han bautizado como «la nave de los sueños». Las misteriosas lámparas suspendidas creadas junto al diseñador Pete Sans dibujan un techo imaginario y virtual sobre el que todo parece diluirse y desaparecer.
Vestida de viña virgen, la bodega se muestra como una sutil caja de luz. Su efecto dorado contribuye a dar un toque acogedor, tanto en el bar como en la sala principal.
Obra de la pintora y muralista Regina Saura, la fachada se cubre con una obra de arte inspirada en la idea de un bosque. La fachada como umbral, un lugar donde se abandona el espacio exterior, la calle, y que una vez traspasado nos permite vivir experiencias casi imaginarias. Una imagen donde la estacionalidad juega un papel protagonista, a partir de las diferentes tonalidades de las hojas, contrastando con la realidad del contexto urbano en el que se emplaza.
Fotografía: Joan Guillamat
Restaurante Cocina Hermanos Torres
Carrer del Taquígraf Serra, 20, 08029 Barcelona