El Hotel Encanto en Acapulco; un trabajo de introspección de Miguel Ángel Aragonés.
El Hotel Encanto está pensado para que el cliente se asombre todo el tiempo y a cada paso gracias a sus formas geométricas y una edificación cuya escala humana contrasta con grandes alturas creando espacios muy íntimos, casi estrechos, pero que están pensados para cubrir y proteger a los huéspedes.
El juego de luces al anochecer es otro de los trucos para mantener en alerta al cliente continuamente.
La espectacularidad, sin embargo, no es lo más importante para el arquitecto sino el hecho de que está hecho con pocos recursos, con materiales austeros y mano de obra local. “Decir más, con menos: nada más ecológico y sustentable que eso”, opina el mexicano.
“Un arquitecto que sólo atiende a la parte emocional, vuelve su obra en una especie de escultura. Es muy tentador sentirse artista, pero más bien somos ese híbrido que tiene que tomar en cuenta los requerimientos específicos de quienes van a habitar el espacio que creamos; y con esto me refiero a necesidades espirituales, físicas y económicas. Sin esos valores, la arquitectura fácilmente se diluye”, reflexiona.
A nivel de diseño el edificio también destaca por sus formas laberínticas cuyas salidas se abren o se rematan con vistas al mar.
“Es un juego. Para que quienes lo habiten, busquen y encuentren la salida, y lleguen siempre a él con la mirada, lo atrapen”, dice el arquitecto.
El color es el otro gran protagonista. De día el blanco inunda todo el hotel siendo el efecto más dramático como resultado de las grandes escalas.
De noche las paredes mudan de color y adoptan varios colores en un juego de luces que contrasta con la austeridad de las formas geométricas. He aquí otro juego más que proporciona el menos es más que defiende el autor.
En todo caso, ambos, tanto el blanco como el negro, perfilan el horizonte. El blanco enmarca el azul del mar; y el color, la propia forma del hotel.
Con una superficie de 13.000 metros cuadrados, el Hotel Encanto cuenta con 44 habitaciones. Veinte de ellas disponen de piscina propia. El resto cuenta, al menos, con una terraza privada. Y aparte de restaurante, gimnasio y spa, ofrece algo muy poco habitual en un hotel: sala de cine y biblioteca.
Fotografías: Niccola Laourusso, JoeFletcher, Paul Czitrom, MAA.