Jean Nouvel deja su huella en la rehabilitación de la antigua Fábrica Moritz Barcelona.

Que la cerveza es la auténtica protagonista queda claro nada más entrar en este bellísimo complejo arquitectónico que ocupa 4.500 m2 de tres números de la ronda Sant Antoni. Una paleta de tonos dorados, malteados, espumosos, blancos y negros tamiza este recuperado espacio industrial barcelonés, reconvertido por Jean Nouvel y por voluntad de la familia propietaria de Moritz en una moderna plataforma gastronómica, cultural y de ocio. Será el primer gran espacio de Barcelona en ofrecer gratuitamente internet con fibra óptica a máxima velocidad.

No debe sorprender la forma aparentemente laberíntica de la Fábrica Moritz Barcelona, pues este único espacio integra en tres plantas varias salas con usos específicos. La cervecería, a pie de calle, es el fiel reflejo del concepto arquitectónico concebido por Nouvel, quien ha querido rescatar la esencia de la sede de la empresa de 1856 proyectándola en la vanguardia del siglo XXI.

Andar por la antigua fábrica es hacerlo a través de la historia de la ciudad. Los muros de ladrillo, las vigas de acero, las bodegas con vuelta y los viejos corredores atestiguan el pasado fabril del inmueble. También sus máquinas restauradas, sus tanques de hormigón y sus cubas de acero, que lucen como piezas de un museo por todo el inmueble.

Los suelos son otra obra de arte de Nouvel, quien ha preservado los mosaicos originales protegiéndolos con una lámina de resina transparente. Esto sirve, además, para crear un efecto visual espectacular, reflejando por todo el local la calidez de los paneles luminosos de los techos y las paredes. En las paredes, restauradas de la estructura originaria, hallamos imágenes icónicas de la marca Moritz, reinterpretadas para iluminar el interior.

Jean Nouvel ha convertido esta “fábrica cervecera en una fábrica de ilusiones” con la ayuda de varios juegos de espejos que ponen en contacto el interior con el espacio urbano, incrementando la luminosidad y regalando imágenes del exterior a los comensales. También con el mobiliario, la barra de bar (infinita) y los tiradores de cerveza de estaño, cuya modernidad se integra en unas paredes de más de 150 años.

Una última perla se esconde en el patio interior, totalmente integrado en su entorno. Entre los edificios colindantes, en los que vemos colgar ropa del vecindario, se alza un frondoso jardín vertical realizado por Patrick Blanc, que cubre lo que un día fue un muro de hormigón.

Los diseñadores América Sánchez y Albert Planas han sido de nuevo los responsables de adaptar la imagen gráfica de la marca, creando un nuevo logotipo para la FMB en el que una jarra toma el protagonismo. Un nuevo código de colores en negro y amarillo forman parte ya del nuevo ADN de la Fábrica.

Fotografías de Albert Marín (Graph) y Pierre Clémençon, cortesía de Moritz.