Una arquitectura única entre un inmenso campo de olivos
La obra de Alventosa Morell Arquitectes, tras la sierra del Montsant en la comarca catalana de les Garrigues, proyecta un edificio que facilita la elaboración de aceite y se integra perfectamente en el entorno paisajístico que la envuelve.
Una bodega orientada a la producción de aceite ecológico en la comarca de les Garrigues, en Cataluña. Alventosa Morell Arquitectes ha diseñado un nuevo espacio que aprovecha la transformación del paisaje virgen de su entorno en terrazas agrícolas repletas de olivos, generadas mediante muros de piedra natural que facilitan el cultivo de la tierra. De hecho, más allá de la producción de aceites, el estudio asegura que ha buscado camuflar la estructura del edificio en el entorno que lo rodea.
En la descripción presentada por la firma, se detalla que el diseño contó con dos estrategias diferenciadas. En esta dirección, el 90% de la construcción se oculta dentro de la colina mediante una disposición escalonada: la edificación desaparece bajo tierra, siguiendo el patrón de las terrazas agrícolas de los campos de olivos de la comarca. El estudio añade que “las cubiertas se convierten en espacios verdes visitables con flora autóctona, mientras que las fachadas de piedra seca se distribuyen paralelamente y a diferente nivel”.
El 10% restante del edificio es un volumen complementario al molino. En concreto, es un espacio de recepción que hace las funciones de presentación y degustación de los productos, además de ser la puerta de entrada para empezar la visita guiada al interior del edificio. Sin ir más lejos, al tratarse del único volumen visible, se ha basado en una construcción singular y ligera que busca ser neutra para no competir con las rocas de su entorno.
Alta gastronomía y arquitectura
De esta manera, el espacio “rehúye cualquier referencia doméstica y se diseña a partir de una forma orgánica” que se adapta a la morfología que establecen los conjuntos rocosos que la delimitan. Para conseguirlo, Alventosa Morell Arquitectes utilizó el perímetro de una cubierta de hormigón, que se curva para sortear el entorno natural, así como una fachada vidriada sin ningún plano paralelo que facilita las vistas de todo el paisaje.
Desde la memoria del proyecto aseguran que la construcción utiliza materiales naturales que son residuos de la misma actividad creativa; de hecho, la totalidad de los muros de piedra están hechos a partir de la excavación de la misma obra, así como la tierra de las cubiertas vegetales terminadas con vegetación autóctona. En su apuesta por la sostenibilidad, con el objetivo de “reducir emisiones de CO2 innecesarias, aprovechamos las propiedades portantes y mecánicas de la roca excavada y las dejamos a la vista en todo el molino”.
Con 2.500 metros cuadrados de superficie, la distribución de la obra ha permitido aprovechar la inercia térmica de la misma montaña en la que se sitúa, creando un ambiente estable que ronda los 18 grados durante todo el año. Alventosa Morell Arquitectes ha concluido que el “objetivo era generar una experiencia única, creando una simbiosis entre la alta gastronomía y una experiencia arquitectónica conmovedora”.