S. Baragaño (Room2030): “Buscamos una industrialización que la tecnología no puede abarcar»
Con más de veinte años de experiencia en el sector de la arquitectura industrializada, el fundador de Room 2030 analiza las circunstancias clave que determinan la actualidad del segmento en España.
Sergio Baragaño está reformulando el sector de la construcción desde su centro de Avilés, en Asturias. El fundador de Room2030, una start up que nació con una raíz tecnológica que pretendía cambiar las bases del sistema de la construcción tradicional, desglosa los principales desafíos que deberá combatir la construcción industrializada en España durante los próximos años. Tras un diagnóstico que pone el acento en la necesidad de cubrir la falta de obra existente dentro de la industria, que pone en riesgo la capacidad de asegurar el relevo generacional de sus estructuras, Baragaño no pasa por alto la necesidad de agilizar los trámites normativos por parte de las administraciones para el desarrollo futuro de la producción.
Pregunta: ¿Qué beneficios se asocian con la fabricación industrializada en España?
Respuesta: Históricamente, en España siempre ha costado un poco más incorporar las últimas tendencias en materia de construcción: somos un país muy arraigado a los principios tradicionales del sector. Sin embargo, ahora vivimos un periodo de cambios muy interesante, en el que coincide una tormenta perfecta que agrupa múltiples factores, como la falta de mano de obra o la incertidumbre respecto a los precios. En esta dirección, la construcción industrializada favorece una mayor rapidez en los parámetros constructivos, además de permitir cerrar el precio del proyecto desde antes incluso de empezar a construirlo. De hecho, es una situación parecida a la que te encuentras cuando quiere comprar un coche, configurando y cerrando el precio antes de adquirirlo. Esta circunstancia promueve un cambio en la mentalidad de la población, sobre todo en relación con la enorme incertidumbre de precios. La construcción industrializada, en contacto con la enorme dificultad económica que atraviesa el país, se está convirtiendo en una gran alternativa que hace que, ya hoy en día, se haya erigido como una solución muy real.
P.: ¿La pandemia favoreció el desarrollo de la construcción industrializada?
R.: Creo que era un fenómeno que ya se estaba anunciando, aunque sí que es verdad que era una tendencia que avanzaba a un ritmo que, tras la pandemia, se ha acelerado considerablemente, ya sea por los nuevos modelos que propone o por la flexibilidad de su metodología de trabajo. En cualquier caso, se ha acelerado muchísimo durante los últimos dos años. Además, al factor de la pandemia se debe añadír el deseo de la gente, que cada vez quiere las cosas más rápido, y al impulso del pensamiento sostenible, que promueve viviendas eficientes en entornos más naturales.
P.: ¿Qué papel juega la industrialización a la hora de garantizar el relevo generacional dentro del sector de la construcción?
R.: Actualmente, en la construcción tradicional existe una falta de atracción de talento enorme. Los oficios de la gente que ahora se está jubilando se acaban, y la gente joven no quiere trabajar en la construcción tal y como la hemos conocido en este país durante las últimas décadas. Sin embargo, el entorno de una fábrica es más seguro, mucho más amable. Por poner un ejemplo, es un sitio donde vas a trabajar siempre, sin tener que desplazarte de un sitio a otro entre diferentes puntos de la geografía nacional. Además, garantiza un entorno cubierto y cerrado. En definitiva, es un espacio mucho más atractivo para las nuevas generaciones que el ámbito de la construcción tradicional, y puede ser una de las principales soluciones para equilibrar la falta de mano de obra que ya empieza a ser urgente dentro del sector. Otro elemento fundamental que impulsa la industrialización, y que no podemos pasar por alto, es que ayuda a incorporar a la mujer dentro del sector de la construcción, del que ha permanecido tradicionalmente alejada, y en las fábricas ya se está advirtiendo una mayor participación de este grupo, que creo que es una circunstancia muy beneficiosa para todas las partes.
P.: ¿Cómo afecta la adaptación de las nuevas tecnologías al desarrollo del sector?
R.: En el caso de las viviendas, nosotros trabajamos sobre unos modelos que personalizamos partiendo tanto del interés del cliente como de la geografía del lugar. Arrancamos cada proyecto con modelos prestablecidos que nos permiten, a través de la tecnología, ser más rápidos y ejecutar con mayor calidad el resultado final de nuestros productos, pero al final cada vivienda es singular. Es decir, estas soluciones nos permiten acelerar procesos y monitorizar productos, pero no dejamos de defender una industrialización abierta que la tecnología no puede abarcar en su totalidad. Volviendo al ejemplo del automóvil, nosotros presentamos distintos modelos, pero después el cliente lo personaliza a su gusto. Además, no podemos olvidar que, en el caso de una vivienda construida en fábrica, es fundamental entender el lugar en el que se ubica.
P.: ¿La normativa respecto a la construcción industrializada es una prioridad dentro de las administraciones españolas?
R.: En España, más allá de su lentitud con las licencias, nos enfrentamos a una normativa bastante arcaica en algunas zonas y diferente según la comunidad. Es una cuestión muy compleja. Nosotros, por ejemplo, podemos construir viviendas en tres meses, pero hay ciudades, como Madrid y Barcelona, en las que tardan más de un año en darte una licencia. Sin embargo, creo que la construcción industrializada puede beneficiarse, en cierta medida, de esta lentitud. Si un cliente tiene que invertir tanto tiempo en conseguir una licencia, sumándole el periodo de construcción más dilatado de los métodos tradicionales, hace que no tenga la casa terminada en más de dos años. En fábrica todo es mucho más rápido e, incluso, se puede adelantar un poco la fabricación antes de la licencia. En cualquier caso, es necesario acelerar el tema de las licencias y simplificar la normativa.
P.: ¿Existen políticas para favorecer la integración de la sostenibilidad?
R.: Sí que es cierto que, a medida que pasan los años, va aumentando la normativa que promueve una construcción más eficiente. Sin embargo, el sistema industrializado es más sostenible que el tradicional de por sí: no usa agua, genera muy pocos residuos o compensa la huella de carbono de las pocas emisiones que se originan en sus módulos, entre otros. La industrialización tiene una oportunidad enorme de conseguir los objetivos marcados para 2030 en el marco internacional. Aunque es un proceso que va lento, la administración va incorporando distintas medidas, y Europa cada vez obliga a más cosas.