Una vivienda que oscila entre el clasicismo y el modernismo rehabilitada por Carmen Bueno.
En un edificio protegido de principios del siglo XX en Chueca, se encuentra esta casa de 170m2. Imponentes techos, molduras esculturales, materiales nobles y una espectacular chimenea que hablan del respeto por el pasado. La arquitecta Carmen Bueno, especializada en restauración y conservación del patrimonio arquitectónico, ha sido la encargada de firmar esta intervención.
Restauración respetuosa
Entre el bullicio y el ambiente multicultural de Chueca, destacan los edificios señoriales que visten las calles de este barrio madrileño. En uno de esos edificios modernistas de gran valor arquitectónico, se encontraba esta vivienda de 170m2. El paso del tiempo había causado estragos en ella quedando obsoleta y desvirtuada. Así fue como los nuevos propietarios contactaron con la arquitecta e interiorista Carmen Bueno. Su experiencia en restauración y conservación del patrimonio arquitectónico la convirtió en la mejor aliada para devolverle la esencia perdida.
Para ello, fue necesario recuperar el carácter histórico de este edificio de 1905 y trasladarlo al interior de la vivienda. Se respetaron los elementos ornamentales como la carpintería de madera exterior de 3 metros de altura que está protegida. Carmen Bueno volvió a lacar sus fraileros y colocó doble cristal con cámara Climalit para mejorar el confort térmico y acústico.
Esculpir el espacio desde cero
La vivienda propone un interesante diálogo entre el clasicismo y el modernismo. Este concepto se ve potenciado a través de las esculturales molduras que la arquitecta ha tallado desde cero. Un elemento que ensalza la altura de los techos mientras cose el interiorismo.
Las molduras se expanden a lo largo de los 170m2 integrando todas las estancias e inundando las paredes. De esta forma, las puertas y armarios quedan totalmente mimetizadas en la monumentalidad del espacio. Como en un minucioso trabajo de maza y cincel, Carmen Bueno ha evocado el clasicismo más delicado en la estética de la vivienda.
Interiorismo modernista
El interiorismo de esta casa se ha dibujado con líneas limpias, puras y sencillas. Los tonos blancos de las molduras y las paredes se presentan como el lienzo perfecto para imprimir en él el carácter modernista del mobiliario.
Un sinuoso sofá modular tipo nube aporta comodidad, flexibilidad y elegancia al salón. Frente a él, sorprende una preciosa chimenea de mármol creada por Dolmen Piedra de manera artesanal. Junto a las molduras y el parqué de espiga, este recurso de la arquitectura clásica impregna el interiorismo de ese je ne sais quoi del estilo parisino.
El uso del mármol se extiende por el resto de la vivienda en su mobiliario, baños y cocina. Un material noble que refuerza el escultórico trabajo de Carmen Bueno. En color blanco, aporta luminosidad y armonía al interiorismo.
Por su parte, la decoración genera el verdadero contraste entre las dos corrientes arquitectónicas. Piezas de arte y diseño, muebles y detalles lacados en negro o la introducción de materiales metálicos como el acero y el bronce que hablan de esa inspiración contemporánea.
Iluminación artística
Como en cualquier museo o galería de arte que se precie, la iluminación cobra una especial importancia. Los grandes ventanales y los espacios abiertos riegan de luz natural el interior de la vivienda. Además, otra de las reminiscencias modernistas es el uso del hierro lacado. En este sentido, las cristaleras de casi 4 metros de altura lacadas en blanco ayudan a introducir la luz a todos los rincones.
Por su parte, el proyecto de iluminación se ha diseñado para resaltar la belleza de las molduras de techos y paredes. Focos, apliques y lámparas colgantes colocadas de manera estratégica para crear un ambiente envolvente en el espacio.
Fotografía: Montse Garriga