Un tríplex de 90 m2 y planta triangular que derrocha amplitud y luminosidad.
En el casco histórico de la localidad costera de Vilanova i la Geltrú, se ubica esta vivienda de tres pisos y planta triangular. En sus escasos 90 m2, el estudio Forma rinde un verdadero homenaje a las infinitas posibilidades de la verticalidad.
Maximizar la luz y el espacio
Cuando el estudio Forma planteó la rehabilitación de este tríplex de pequeñas dimensiones y planta triangular lo tuvo claro. La desigualdad de su estructura suponía una oportunidad y un gran reto para convertirlo en una vivienda única y totalmente confortable.
Para ello, han jugado con su distribución con gran acierto a través de la simplificación y la búsqueda del equilibrio entre los espacios. La planta baja se ha destinado a los espacios comunes que potencian la vida familiar. A la entrada, se abre una gran zona abierta que integra la cocina, el comedor y el salón. Una solución que dota de gran profundidad y amplitud visual a toda la planta.
En la segunda planta, se ubican los dormitorios. Se trata de estancias con poca iluminación natural, ya que únicamente cuentan con una ventana.
La última planta alberga un coqueto descansillo vestido por grandes armariadas y una impresionante terraza que se une a la vivienda a través de un ventanal.
La terraza entendida como lucernario
El gran ventanal que conecta la terraza con la vivienda no funciona únicamente como acceso. Forma ha planteado esta azotea como el lucernario perfecto para arrojar iluminación natural a todas las plantas de la casa a través de la escalera.
De esta manera, la terraza articula el espacio mientras logra capturar la luz e iluminar los espacios más sombríos causados por su planta triangular. Una auténtica lección de cómo aprovechar la verticalidad en la arquitectura.
Materiales y colores mediterráneos para ganar calidez
Sin duda, el interiorismo de la vivienda bebe de la localidad en la que se encuentra. Vilanova i la Geltrú es un pueblo costero cercano a Barcelona y con una importante tradición pesquera. Por ello, Forma ha querido evocar en la paleta de colores su privilegiada ubicación. Tonos blancos, tierra y arenosos imperan en las tres plantas de la casa, ubicada en el centro histórico del pueblo.
En cuanto a la materialidad, la madera ha jugado un papel determinante. Gracias a su calidez, neutraliza la frialdad del mármol recuperado que viste el suelo, o de la pintura blanca de las paredes que, al gozar de poca iluminación natural en el interior del espacio, se convierte en fría. De esta manera, la combinación de materiales genera una atmósfera cálida, minimalista y muy mediterránea.
Mobiliario atemporal
La mayor parte de muebles que decoran el espacio han sido diseñados a medida por el estudio de arquitectura. Estos se combinan con algunas piezas recuperadas como el mueble exento de la cocina o el cabecero de la cama, los cuales provenían de la antigua casa de la propietaria y emanan historia. Así pues, se genera un interesante diálogo entre el mobiliario preexistente y el nuevo con un lenguaje estético y un diseño atemporal compartidos.
La iluminación es la clave
A través de un ejercicio de empatía, Forma ha conseguido crear rincones únicos en los que desarrollar las rutinas del día a día. Para ello, la elección de la iluminación ha sido clave. La colocación de fuentes lumínicas a base de bombillas y opales propone múltiples atmósferas e infinitas maneras de disfrutar del espacio. Puntos de luz que no pretenden pasar desapercibidos, sino presentarse como muebles en sí mismos.
Fotografía: José Hevia