Memoria cromática en este piso azul de 40 m2 en Chamberí.
La reforma integral de este apartamento situado en la parte más joven del barrio de Chamberí conserva alguno de sus colores originales. El estudio Martín Peláez utiliza un lenguaje rotundo pero sencillo para poner en valor lo existente y su contexto.
Un pasado muy presente
Las corralas son uno de los sellos de identidad más característicos del Madrid antiguo. Comunidades de vecinos abiertas a un patio interior que cuentan con pasarelas y balcones para acceder a las viviendas. Algunas siguen en pie y han sido reformadas para adaptarlas a la vida moderna, como es el caso de la que acoge este pequeño piso de 40 m2.
Durante la labor de investigación realizada por el estudio Martín Peláez al comenzar el proyecto, dieron con el por qué del color azul que cubría todas las carpinterías interiores. Era el color característico de esta corrala, un rasgo que se ha ido perdiendo a lo largo de los años con las diferentes reformas de viviendas y zonas comunes. Una razón de peso para los arquitectos, que quisieron mantenerlo y ponerlo en valor de nuevo con un lenguaje más actual.
Se ha conservado también la estructura y la distribución original de la vivienda, respetando los muros de carga y los huecos de paso existentes. Se recupera el suelo de baldosa hidráulica de color burdeos que estaba en buen estado, y se coloca en el salón, a modo de alfombra. Así, los antiguos elementos conviven con los nuevos generando contraste.
El concepto del proyecto: la dualidad
El proyecto está marcado por una fuerte dualidad entre dos mundos: lo antiguo -masivo y opaco- y lo nuevo -ligero y permeable-. Conviven también las formas suaves con las geometrías más escarpadas. Los elementos altos con los bajos. Los acabados brillantes con los mates. Tan sólo hay un elemento que se sobrepone a los demás: la luz natural.
Las nuevas estancias se crean con ligeras particiones de bloques de vidrio de diferentes opacidades y texturas, creando efectos transparentes y translúcidos, pero siempre dejando pasar la luz. Su trazado curvo contrasta con las líneas rectas del resto de elementos de la vivienda, que cuenta con dos dormitorios, un baño completo y un espacio abierto de salón-cocina-comedor.
Mobiliario de casualidad
El amueblamiento y la decoración del apartamento huyen de una imagen fija y terminada. Utilizan pequeños elementos como bloques de cemento para las mesitas de noche, un espejo descansando sobre un ladrillo como mesa de centro, una reducida mesa con ruedas para la cocina o dos sillas de aspecto liviano.
Esto contrasta con los rotundos volúmenes de almacenaje camuflados en los muros medianeros gracias al color azul. Destaca únicamente el mueble de la cocina, elemento central y unificador de lo antiguo y lo nuevo. Su forma de escalera tiene un sentido estético y útil a la vez, ya que permite el almacenaje cerrado y abierto, generando visuales interesantes tanto de frente como desde el salón, en un lateral.
Fotografía: Amores Pictures