HANGHAR pone en práctica la isotropía espacial en una casa muy poco común en Madrid.
Una sencilla geometría y un marcado cromatismo definen esta versátil y poco convencional vivienda en Madrid, recientemente renovada por el estudio de arquitectura madrileño HANGHAR en colaboración con la constructora Lithe.
Una casa diferente en la ciudad
El estudio de arquitectura HANGHAR, liderado por Eduardo Mediero, es el autor de la reforma de esta vivienda llamada Casa Lara. Está situada en un edificio de los años setenta del centro de Madrid y cuanta con una superficie de 65 m2. Frente a la rápida especulación inmobiliaria sufrida en la capital estos últimos años, esta intervención se aleja de la lógica del mercado, evitando condicionantes prefijados a través de un sistema flexible.
Una vivienda independiente de su contexto
«El proyecto se entiende como un sistema espacial indiferente e independiente del contexto donde se sitúa», cuenta Mediero, que continua así la investigación espacial iniciada en su proyecto Casa Ronda.
Igual que ocurría en su predecesora, Casa Lara opta por un sistema conceptualmente genérico y al mismo tiempo espacialmente específico, que anula cualquier relación con el perímetro, el programa o la orientación del espacio. Solo una serie de elementos, como la chimenea o el mueble de la cocina genera una referencia visual.
Isotropía espacial
Jugando con la geometría, el espacio original se divide en cuatro estancias simétricas de 3,5×3,5 metros. Se genera así una isotropía espacial, únicamente desequilibrada por la entrada de luz natural a través de las ventanas.
Entre ficción y realidad
Grandes aperturas centrales conectan y articulan visualmente las distintas estancias entre sí, generando vistas cruzadas y perspectivas a veces a medio camino entre ficción y realidad.
Distorsionando límites
«En una de las estancias, una apertura nos lleva a un lugar al cual no podemos acceder», señala Eduardo Mediero. Es el reflejo de nuestro propio espacio, que mostrado sobre una superficie espejada amplifica y distorsiona los límites de la vivienda.
Materiales simples y directos
A nivel material, se ha optado por un lenguaje simple y directo, mientras que la paleta cromática se mueve entre el blanco y el teja. Con un linóleo de gran formato, que reduce la sensación de escala en el espacio, el suelo hace referencia a la tradicional baldosa de barro cocido, tan común en el imaginario colectivo.
De esmalte plástico, el techo amplifica los brillos y colores que tiñen la vivienda, mientras que la cocina de acero inoxidable refleja los matices de colores y luces cambiantes durante el día.
Fotografía: Luis Díaz Díaz