Piezas de arte y toques de color aportan identidad a esta vivienda.
Los propietarios de la casa, en la zona alta de Barcelona, llevaban tiempo viviendo allí, pero sentían que faltaba algo. Querían que fuera única, más personal. Para ello, acudieron a la interiorista Bárbara Aurell, de Espacio en Blanco, una virtuosa en el uso del color y especialista en arte contemporáneo.
Llevaban cinco años viviendo en su nuevo apartamento en el distrito Sarrià-Sant Gervasi de Barcelona y empezaron a sentir que a la casa le faltaba algo. Querían transformarla en un hogar más acogedor, que representara la identidad de la familia. Por falta de tiempo, no habían podido ponerse a ello. Así que, dada a su pasión común por el arte, contactaron con Bárbara Aurell, quien, además de interiorista, también es marchante de artistas locales a través de su proyecto Movimiento en Blanco.
Primer paso: la elección del color
Lo primero que hizo Aurell fue averiguar «que dé color eran los propietarios». Explica que «tras muchas conversaciones y después de estudiar bien las características de la casa, de 200 m2 y muy luminosa, les propuse trabajar con el teja como base principal«. Un color elegante, conectado con la naturaleza, que sugirió combinar con azul plomo como contrapunto oscuro, y con verde como acompañamiento ácido.
Lo siguiente fue definir el proyecto en función de los hábitos de cada miembro de la familia, compuesta por el matrimonio, tres hijos y un perro. Cada uno requería su propio espacio, bien sea para pintar, trabajar o, simplemente, aislarse. Por otro lado, la interiorista debía encontrar la manera de que la colección de obras de arte de la familia conviviera con los dibujos y pinturas de “creación propia” realizadas por los hijos. «Decidimos hacer la mayoría de las piezas de mobiliario a medida. Así logramos adaptarnos al máximo a las necesidades de todos, creando un rincón especial para cada uno», nos cuenta.
El color da la bienvenida desde el primer momento. «En el recibidor reinaba el desorden, así que diseñamos un mueble frontal, tipo librería, con gran capacidad de almacenaje.» Este aporta la primera gran combinación de color teja y verde, preámbulo de lo que acontecerá en el interior de la casa.
El salón, de madera y actual
En la zona de estar, la interiorista ha concentrado los colores vivos en el núcleo y rebajado las tonalidades con madera natural alrededor. Una amplia librería diseñada a medida se acompaña por un mueble bajo. El conjunto aporta volumen a lo largo de todo el contorno. El uso de madera suma naturalidad y calidez a la estancia, así como un aire de estilo nórdico.
El sofá y las dos butacas también están diseñados a medida. Son redondeados y súper esponjosos, gustosos como nubes. En lugar de la clásica mesita de centro, el estudio ha optado por una curiosa combinación de formas y texturas. Así, ha creado un conjunto formado por una mesita de madera, otra metálica en color teja y un puf tapizado del mismo tono. Esta composición polivalente, totalmente flexible, da pie a distintos usos.
El color más llamativo la pone la alfombra. Es un diseño geométrico del propio estudio, que produce BSB. Los colores no pueden encajar mejor en el proyecto. El conjunto resulta de lo más armónico y elegante, sobre todo en su combinación con las piezas de arte expuestas en el salón, como la obra de Bruno Ollé. Las lámparas son todas iconos del diseño del S.XX: la Cesta y TMM de Miguel Milá para Santa & Cole, y la Parentesi de Achille Castiglioni y Pio Manzù editada por Flos, que justo acaba de cumplir 50 años.
El comedor, una extensión del estilo del salón
En la sala contigua, el comedor sigue la misma estructura. En este caso, el color central es el teja y lo aporta la mesa EEB, diseño del estudio, así como la lámpara de suspensión Bonbon de la marca danesa HAY. Las sillas son de madera con asiento de piel negra, compradas en Casamitjana, y se combinan con un banco tapizado con tela de Güell Lamadrid. El banco es totalmente versátil, y puede usarse, también, como reposapiés en el salón.
El perímetro del comedor también se ha revestido de madera. En este caso, Aurell la incorporado una gran vitrina negra, con puertas de cristal, donde se expone la vajilla y cristalería.
Tampoco falta la zona de teletrabajo. También hecha a medida.
En cuánto a las obras de arte, encontramos un cuadro de Claudia Valsells y dos pequeñas esculturas hechas con teclas de piano, de Vall Karsunke.
Toda la zona social, tanto salón como comedor, está bañada por la luz natural que se filtra del balcón. No hay cortinas. Su función se ha sustituido a través de persianas con láminas de madera. Asimismo, como hecho diferencial respecto al resto de la casa, el techo del comedor se ha revestido con lamas de madera blanca. Son de un tono blanco roto, sutilmente beige, que fomenta la sensación de calidez.
El oasis del matrimonio
En la suite principal predomina el color blanco cálido combinado con madera lacada. Se accede por la zona de armarios, que funciona a modo de antesala. El elemento más destacado de la habitación es el esponjoso cabecero de borreguito blanco. Está tapizado con tejido de Güell Lamadrid y también es un diseño del propio estudio. Las dos lamparitas de lectura son de Jieldé.
«Ella tiene su rincón especial frente a la cama», detalla Aurell. «La mesa de trabajo también funciona como tocador. La hemos acompañado de un banco de madera para disfrutar de momentos de paz y lectura.» Para esta estancia, la interiorista y marchante de arte ha elegido una obra de la artista Bea Sarrias y una lámpara de sobremesa de HAY, modelo Matin.
Habitaciones infantiles: iguales, pero con matices distintos
Para evitar agravios comparativos, los dormitorios son del mismo tamaño y se han diseñado prácticamente igual. «Eso sí, cada uno eligió la combinación de colores de su librería y su escritorio,» explican desde Espacio en Blanco. En una de las habitaciones, vemos el icónico Home Desk de George Nelson para Vitra, acompañado por la lamparita Follow Me de Marset y la silla Globus de STUA.