La violencia cuantificada en 730 horas de arte digital y analógico.
¿Qué es la violencia? ¿Y cómo se manifiesta? El colectivo barcelonés Domestic Data Streamers descifra las diferentes tipologías de violencia en "730 horas de violencia". A través del arte tangible y digital, la instalación interpreta numerosos datos recogidos en el terreno de la violencia cultural. Hasta el 30 de septiembre, en la galería Mutuo Centro de Arte, de Barcelona.
Violencia cultural
En octubre 2019, tras la sentencia del procès, los enfrentamientos entre manifestantes y antidisturbios en las calles de Barcelona abrieron un debate sobre qué es la violencia. ¿Un contenedor quemado es violencia? A partir de esta polémica, el colectivo Domestic Data Streamers empezó a indagar a fondo en el asunto. Y lo hizo a su manera, la que les ha otorgado el reconocimiento internacional (más que nacional), desde que iniciaran su andadura a finales del año 2013. Su metodología es siempre la misma: despertar la consciencia crítica a través de la interpretación de los datos. «Construimos el relato a partir de los datos; los hacemos más entendibles», nos explican. «Primero hacemos un trabajo de campo, de investigación social, de rigor de datos. Las cifras son lenguajes complejos que hay que contextualizar desde un rol empático para hacerlas entendible. Después usamos el arte como herramienta de impacto social».
Tras el éxito de anteriores instalaciones, como «Feminista havies de ser» en el Palau Robert, Domestic Data Streamers se ha centrado ahora en el concepto de la violencia más allá de la visión única, clásica y convencional. Alejándose del tópico y del monólogo, para abarcar toda su complejidad. Las nuevas teorías sociológicas rebasan la violencia directa, limitada hasta ahora a algo que pasa entre personas, deja alguna marca física y una víctima. Bajo la superficie del iceberg, se haya la violencia cultural. «Está en todas partes, evoluciona y se transforma. Es una violencia que todos hemos visto, vivido y ejercido. Una violencia que ocupa nuevos espacios, a veces invisibles para los ojos«, detallan los impulsores del proyecto.
730 horas de violencia
La exposición se divide en ocho piezas de contenido creadas por DDS y seis puntos de interacción para dar voz a los visitantes. A lo largo del recorrido, uno va tomando consciencia de la omnipresencia de la violencia en nuestra vida/cultura, oculta en formas tan cotidianas que resulta casi imperceptible.
En la sociedad postmoderna
Tres martillos machacando la pared en loop y tres palabras –nigger (negrata), faggots (maricones), whore (puta)- bastan para mostrar la violencia del cyberbullying. Las redes sociales han abierto la veda a un nuevo acoso digital ininterrumpido, 24/7, a menudo desde el anonimato. Las tres palabras más usadas en Twitter tienen una relación directa con el incremento de pensamientos e intentos de suicidio entre adolescentes, que se ha doblado desde 2008.
Otra violencia surgida a raíz de las redes sociales: la Selfie Dysmorphia. ¿A qué nos lleva la obsesión por los filtros y retoques faciales? A la insatisfacción de ser quién somos. A la frustración de no ser, en la vida real, la persona que mostramos en las redes.
Por otro lado, también descubrimos que en la sociedad actual existe una tiranía de la felicidad. Precisamente, esta obligación a ser felices es la que nos empuja a la insatisfacción. Happy violence analiza esta presión humana que hace de la felicidad un deber.
En el planeta, la ciudad y el barrio
Los fatbergs (esas grandes masas de porquería compacta que se forman en las alcantarillas de las grandes ciudades, y que pueden llegar a pesar 130 toneladas) sirven como base para introducir el concepto de Slow violence. ¿Se puede considerar violencia contra el planeta? Y, en tal caso, ¿Quién es el culpable?
Más: las ciudades. La configuración de las grandes metropolis es en sí un tipo de violencia. Genera desigualdades tan grandes entre sus habitantes, que incide, incluso, en la esperanza de vida (llegando a una diferencia de 5,5 años en tres barrios de Barcelona). Domestic Data Streamers lo denomina Glass frontiers.
La arquitectura hostil se muestra, también, como una forma de violencia estructural. Los bancos inclinados o partidos con reposabrazos para evitar que personas sin hogar puedan dormir en ellos son una manera de rechazo. Rechazo a una realidad que no queremos ver. En Barcelona, por ejemplo, se han contabilizado mas de 160 ejemplos de arquitectura hostil urbana. Un estudio conjunto con la Fundació Arrels.
Participación del público
Como suele ocurrir en las instalaciones de Domestic Data Streamers, los visitantes también pueden formar parte de ella, aportando datos para su posterior análisis. En seis momentos de la exposición, el público puede dar testimonio en primera persona, contestando abiertamente algunas preguntas, cuya respuesta se imprime al momento. Al finalizar la exposición, el contador de la entrada llegará a 0 y todos estos datos se presentarán el 2 de octubre, Día Internacional de la No Violencia.
730 horas de violencia. Domestic Data Streamers. Hasta 30 de septiembre de 2021 en Mutuo Centro de Arte, Barcelona. c/ Méndez Núñez, 7 08003 Barcelona.