Masquespacio convierte el restaurante Pukkel en un paraje bellamente natural.
El reconocido estudio multidisciplinar valenciano ha diseñado Pukkel, un nuevo templo gastronómico en Huesca para los amantes de la comida saludable. Sus colores y su distribución hacen que los comensales crean que se encuentran dentro de un bosque vegetal.
La naturaleza se adentra en la ciudad
Tan pronto Jorge y Mikel tuvieron la idea de abrir Pukkel, lo primero que hicieron fue contactar con la consultoría creativa Masquespacio. En primer lugar, porque querían que su restaurante de comida healthy de autor ofreciese una experiencia sensorial más allá de la gastronomía. Y, en segundo, porque buscaban que el local, situado en Huesca, reflejara la vasta y rica flora de la zona.
“Investigamos la provincia de Huesca y descubrimos la belleza de las montañas y los parques de su alrededor”, afirma Ana Milena Hernández, directora creativa de Masquespacio. “Habíamos encontrado el punto de referencia que buscábamos y qué encajaba a la perfección con el concepto de vida saludable de Pukkel”, agrega.
Asimismo, Christophe Penasse, cofundador de Masquespacio, dice: “Después de haber realizado con Jorge y Mikel un taller de conocimiento e investigación, propusimos de inmediato buscar trabajar con materiales casi 100% naturales. Y, también, integrar la naturaleza en el espacio”. En consecuencia, Pukkel refleja los atractivos de esta provincia aragonesa y el concepto de vida sana que promueve su carta.
Un lugar para desconectar
Los colores del restaurante no podían ser otros que distintos tonos de marrones, blancos y verdes; tres tonalidades que recuerdan a la tierra. Aparte, se ha añadido un toque dorado que aporta sofisticación al conjunto.
Sus formas imperfectas son mayoritariamente orgánicas y trazan un camino en el suelo como si se estuviese caminando por un bosque vegetal. El uso de la terracota en los suelos, las barras y algunas paredes refuerzan esta premisa.
Además, en cuanto a la distribución, alrededor del camino se han ideado varios espacios circulares que emulan a las montañas.
Por último, junto a la cerámica, puede observarse en las paredes y los reservados un estucado rugoso. En sus 140 m2, se ha mimado al máximo todas las plantas y las flores. De hecho, dependiendo de la estación del año, estas cambian completamente.
Fotografías: Masquespacio