Entrar en las floristerías Mon Parnasse es toda una experiencia sensorial.
Los dos locales con los que actualmente cuenta en Madrid, ideados por el estudio Canobardin, están repletos de efectos ópticos y composiciones geométricas. Indudablemente, en estos jardines secretos la arquitectura es igual de protagonista que las flores y las plantas que se venden.
Mon Parnasse en el corazón de Madrid
Hasta el momento, no había en nuestro país floristerías tan únicas como las de Mon Parnasse. La cadena de franquicias, con dos locales en Madrid, defiende un nuevo modelo de negocio en el que las flores estén al alcance de todos. Los arquitectos Julio Cano y Bárbara Bardin de Canobardin, junto con Woz’ere, se han encargado de este genuino proyecto integral de marca. Su diseño invita a que la gente se pasee y explore libremente sus 64 m2.
Ubicadas en la calle de Cea Bermúdez 66 y en el número 32 de Doctor Arce, las tiendas recuerdan a un mercado parisino. Desde un buen principio, Canobardin tuvo claro que Mon Parnasse tenía que ser un establecimiento de flores al exterior. Es decir, a partir de un jardín vertical, que el propio cliente sea quien recoja aquellas flores que más le gustan.
Por ello, el acabado de la fachada cuenta con un marco de contrachapado de pino pintado que compone una faz estilísticamente muy parisina. También, para proteger y dar cobijo en todo momento a las flores y las plantas, se ha agregado un largo toldo vertical.
Un espacio en el que perderse
En el interior tienen una gran importancia las bases compositivas. La pareja de arquitectos ha jugado con efectos ópticos, perspectivas y la creación de escenografías. «Se ha creado una gran línea horizontal divisoria que marca el cielo con una gran composición de vinilo de nubes en techo y de tela traslúcida en las paredes», cuentan desde Canobardin.
El jardín, con una planta geométrica, está formado por una composición de módulos fabricados en compacto fenólico que, al estar agujereados, se convierten en una suerte de setos. Asimismo, en ellos hay unas baldas, barras y soportes de macetas que disponen de un modo versátil y flexible todos sus productos. Con todo ello, este jardín tiene la capacidad de transformarse según la temporada o la estación del año, al igual que en la propia naturaleza.
La iluminación es indirecta a través de canaletas de LED cálido y muebles retroiluminados. Por consiguiente, así se obtiene una sensación de luz ambiente como si se tratara de un exterior.
Por último, al final del jardín hay un golpe de efecto: un gran espejo de suelo a techo que duplica el espacio. Dicho efecto óptico, nada más entrar, invita a descubrir este jardín secreto en el corazón de la ciudad.
Fotografías: Imagen Subliminal