Una vivienda imaginativa y de bajo coste para un escritor.
Reformar una casa de pocos metros, muchos libros, muebles heredados y bajo presupuesto para convertirla en la vivienda de un escritor no es una tarea simple. El estudio de Agustí Costa abordó la rehabilitación, el interiorismo y la decoración de esta casa de 58 años en un bloque residencial de Berga (Barcelona). En ella va a vivir de forma permanente su propietario, un conocido escritor y editor, con sus dos hijos de 11 y 14 años.
Premisas iniciales
El proyecto, según explica Agustí Costa, debía cumplir cuatro premisas. La primera, dotarlo de aislamientos térmicos, que no tenía, a pesar de estar bajo cubierta. La segunda, instalar la calefacción. La tercera, remodelarla utilizando soluciones prácticas y económicas Y, por último, la cuarta, aprovechar los muebles que ya tenía el escritor en su antigua vivienda.
El propietario, a su vez, se comprometía a tener una actitud abierta y receptiva frente a los soluciones propuestas. «En definitiva, -cuenta Agustí Costa– una vivienda de bajo coste, imaginativa, aceptando planteamientos que van más allá de las convenciones. Esto, salvando el reto – importantísimo- de tener que aprovechar el mobiliario que tenía el propietario en su antigua casa, me resultó lo suficientemente motivador como para iniciar la aventura».
Todos los muebles de diseño del propietario encuentran su sitio en la nueva casa
Para empezar la reforma, el interiorista opta por tirar todos los tabiques y hace un planteamiento abierto del espacio. Del recibidor, aprovecha sus excesivos m2 y los destina a un estudio para los hijos y, ocasionalmente, para el padre. Con los metros restantes crea un hall más pequeño, pero incorporado visualmente al estudio, con muebles bajos.
En esta zona ya se puede apreciar el primer aprovechamiento de muebles: la lámpara Disa de Coderch, el perchero Perruca y las famosas sillas 7 de Arne Jacobsen. El recibidor, reducido y abierto, queda de esta forma tan cómoda unido al estudio, al que pone límite una de las estanterías para libros que se eleva hasta el techo.
En la casa de un escritor, las librerías son un básico
La renovación de esta planta se ha resuelto con otra librería, con la mitad con los libros a la vista y la otra mitad, la más cercana a la cocina, ocultos tras una mampara corredera. Esta librería se superpone con la estantería citada anteriormente y articula el paso hacia la cocina. Antes, se atraviesa la zona de máquinas (lavar, planchar, despensa), que está camuflada con una mampara tipo estor.
La escasa anchura del estudio se ha organizado y compartimentado con muebles. El corcho de la pared medianera aporta amplitud visual y la sensación de que el pasillo también forma parte del estudio. En la zona de máquinas y despensa, el pasillo se ensancha para hacer más agradable el acto de elegir los libros, algo esencial en la vivienda del escritor. Este juego de ampliar o estrechar la anchura del pasillo, combinado con la ausencia de tabiques, la distribución con muebles y la presencia de algunos filtros, que permiten alargar la mirada, resulta todo un acierto.
Para decorar la zona del salón-comedor, se incorpora un sofá modelo Premier, diseño de Alberto Liévore de Carmenes, una butaca Bikini en rojo y negro y una marrón de Joquer. Las lámparas japonesas de papel son de Ikea. Y las mesas de comedor y estudio, revestidas con el mismo linoelum del suelo, un diseño de Agusti Costa, al igual que las auxiliares, de tablero barnizado de contrachapado de calabó.
Un armario central negro separa la zona de día y la de noche
En la cocina y el baño el grado de la reforma es más ligero. La cocina se limita a una gran bancada de mármol blanco Alaska (1,30 m. de ancho) para acoger, por un lado, los armarios bajos de la cocina, la vitrocerámica y el fregadero y, por el otro, los electrodomésticos recuperados del propietario. Todo el mobiliario de tablero de melanina blanco es un diseño de Agustí Costa.
El frigorífico, el horno, el microondas y el lavaplatos, también heredados, se sitúan en un armario, sin puertas, de color negro. Este armario marca el límite entre la zona de las actividades de día y la de descanso. Es un mueble articulador, que pone el contrapunto entre las dos zonas diferentes, donde aparecerán la mayor parte de los muebles rescatados del propietario.
En el baño, muy básico, destacan la ducha revestida con pintura azul de piscinas y el espejo situado en un costado del lavabo, para salvar la ventana que da encima de un tejado. El mueble de baño, la mampara de pino y el estor son diseños de Agustí Costa. El espejo se resigue con una tira de leds en el techo.
Un contenedor blanco con toques de color
El espacio se ha diseñado como un contenedor blanco, que comprende las paredes y techos y todo el mobiliario. El color se confía a los muebles rescatados de la antigua vivienda del escritor, situados en en el centro de los espacios. Son las sillas Jacobsen del comedor, los taburetes de los dormitorios, alguna mesilla, el sofá y las butacas… que destacan sobre el blanco solo interrumpido por la presencia del mueble negro.
Dormitorios compartidos para los hijos
Los dormitorios de los hijos, una vez descartada la función de estudiar, ya que lo hacen en el estudio, son esenciales y compartidos, separados solo por un armario bajo sin puertas. El acceso es mediante una cortina de color dorado que potencia la luz que entra por una única ventana, pequeña, orientada a sur-oeste. El dormitorio del padre, que ha reducido la superficie para dársela al de sus, hijos, se proyectó con el mismo criterio de sobriedad y austeridad.
La iluminación, por las mismas razones económicas que han presidido el proyecto, se resuelve con portalámparas y bombillas globo de leds, algunos de casquete dorado; lámparas japonesas directamente instaladas en el techo. La protagonista es la Coderch, que viene de la casa anterior, y preside la entrada.
Las cortinas venecianas de las ventanas, situadas en la zona de la cocina y el comedor, son de lamas perforadas y están pensadas para estar, siempre, casi cerradas. Su función es evitar ser vistos y poder ver de una forma velada el paisaje urbano del exterior, situado tan solo a cinco metros. De esta forma, la visión interior, que a veces queda tamizada por filtros (como ocurre en la zona de lavar), traslada también la misma solución al exterior, a través de las venecianas.
Toda la planta está pavimentada con linóleum de color gris-beige, liso, material que también se ha utilizado para revestir el sobre de las mesas del estudio y del comedor. Se trata del modelo Etrusco de la reconocida multinacional francesa Tarkett. En definitiva, soluciones prácticas e imaginativas que han logrado el reto: la vivienda del escritor y su familia cumple con creces todos los requisitos.
Fotografía: David Cardelús